domingo, 29 de abril de 2012

Aguirre demuestra su poder interno

El Partido Popular de Madrid sigue en la senda de lo que marca Esperanza Aguirre, su lideresa, su alma máter, su gran timón. Quién le iba a decir cuando tuvo lugar el 'tamayazo' que dejaba el poder en manos de la izquierda después de Alberto Ruiz Gallardón, que alcanzaría las cotas y cuotas de poder actuales. Quién le iba a decir que el propio exalcalde y ahora ministro no sería capaz de toserle sus decisiones, ni siquiera a través de persona interpuesta. Quién le iba a decir que ese poder casi absoluto a punto estuvo de llevarla a la cima del partido a nivel nacional, pero se encontro con un Rajoy fuerte que, a base de no hablar demasiado y cerrar apoyos regionales casi a hurtadillas utilizando para ello a algunos presidentes autonómicos como Núñez Feijoo, logró mantenerse al frente hasta nuestros días.

Lo de este fin de semana en Madrid se ha convertido, de nuevo, en una reafirmación del poder acumulado por Aguirre, que lo maneja y fiscaliza todo a nivel del partido en la región y en la administración autonómica. Pero este absolutismo interno, rodeada de acólitos a un ideario que ella define liberal pero tachado de neoliberal en sectores que incluyen también su partido, pero a escondidas porque las paredes hablan, puede acabar con su propia fuerza. Y ¿por qué?. Básicamente porque el poder desgasta, obviedad comprobada a lo largo de nuestro joven democracia, pero fundamentalmente debido a lo que viene de fuera, en forma de crisis económica. 

Hasta ahora, Aguirre ha sido capaz de marcar la pauta. El problema es que se le acaban los temas para buscar titulares nacionales, a pesar de que algunos medios le siguen rindiendo pleitesía sin límites. Con su partido en el poder, los grandes titulares los centrará ahora en su región. De vez en cuando, eso sí, dejará algún breve destacado más allá de los soportes afines. El próximo tendrá que ver con la subida del IVA, una opinión que madurará a lo largo de estos días y semanas hasta que lance su punto de vista, que no difiere mucho de lo que en su momento plasmó a través de la campaña de recogida de firmas. Para referirse a ETA y la novedades de las políticas penitenciarias del Gobierno, ha dejado bastado con la sola presencia de la presidenta de la AVT en el Congreso de este fin de semana.

Acaba de hacer una nueva demostración de su fuerza en Madrid, algo que nadie se atreve a poner en duda. Su aspiración, aunque hay quien da por hecha su marcha antes de que finalice la legislatura, será la de revalidar un nuevo mandato. Únicamente le quedaban dos opciones de futuro, más allá de la presidencia regional. Por una parte, aspirar a cargos nacionales en el Gobierno y el partido, puerta cerrada tras las críticas veladas a Rajoy en congresos pasados; por otra, hacerse con la alcaldía de la capital, un anhelo que Ruiz Gallardón segó con la ¿inesperada? aparición de Ana Botella como alcaldesa. Muchos se preguntaron por qué el exregidor decidió hace años y casi por sorpresa contar con la esposa de Aznar, ahí está la respuesta.

El final de Esperanza Aguirre es difícil de prever, pero es evidente que si hay un atisbo de pérdida de confianza de la ciudadanía en las encuestas, ella no concurrirá a unos comicios que se antojan complicados para el PP a causa de la crisis y de las medidas adoptadas en Madrid (más privatizaciones, más deterioro de la educación pública, subida de los precios del transporte, mínimas inversiones en la sanidad, etc). Incluso, a raíz de este congreso en Madrid, se ha rodeado más que nunca de su guardia pretoriana, sin dejar resquicio alguno al azar, señalando además a su sucesor, número dos y persona de confianza, Ignacio González. ¿Será capaz el PSM con Tomás Gómez a la cabeza de llegar a los madrileños?. Pregunta y respuesta a tratar en otro momento porque a Aguirre, por ahora, casi nadie le roba protagonismo.

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