viernes, 13 de abril de 2012

La agonía del periodismo local (1ª Parte)


-         Papá, ¿por qué hoy no vas a trabajar?
-         Bueno hija, pues porque papá ya no tiene que ir al periódico y a la tele en la que estaba.
-         Pero ¿por qué?
-     Ay pequeña, la verdad es que a veces hay cosas que entenderás cuando tengas más edad. Podría darte muchos argumentos, muchas ideas o cosas para que lo entendieras, pero en realidad sería para desahogarme, y entonces...
-         Pero entonces por la tarde vendrás al parque conmigo, a los columpios.
-         Pues claro que sí.

Desde hace unos días, un servidor ha pasado a formar parte de la lista de compañeros que integran ya las cifras del paro, bueno no, como lo mío es un ERE se aprovecha la coyuntura para que nos tomemos unas vacaciones y ‘reflexionemos’ mis compañeros y yo sobre el futuro, aunque tal vez sería más correcto decir sobre lo que se nos viene encima. En mi casa lo tengo bastante cercano, no en vano Eva, la madre de Paula, también periodista (como digo yo, o tu pareja es de la profesión o no hay Cristo que entienda estos horarios y demás sinsabores) lleva desempleada tres años, así que el panorama es bastante sombrío.

Tal vez éste sea el momento de desenmarañar la madeja de lana en que se ha convertido esta, a pesar de todo, linda profesión. En mi experiencia de estos meses como responsable de un medio de comunicación provincial, uno de los aspectos que más me han llamado la atención ha sido el ‘poder’ que los políticos se otorgan, creyéndose por encima del bien y del mal, tratando de eliminar del camino a aquellos medios o periodistas que son incómodos para su travesía en el desierto de las mayorías, del poder absoluto. Hablo de Guadalajara, provincia castigada por el paro, la despoblación y, desde mi humilde punto de vista, por una clase política que no ha sido capaz de aprovechar la proximidad de Madrid para el bien común, aunque sí para el interés particular, ni las muchas posibilidades que ofrece esta tierra más allá de convertirla en un reino de taifas.

En estos casi nueve meses, he visto caer periodistas como fruta madura en los ‘grandes medios nacionales’, compañeros que lo único que han hecho a lo largo de años ha sido trabajar, muchas horas, tantas que Cospedal y algún que otro político y miembro de la patronal con intereses en Laponia, no serían capaces de contabilizar. Pero hay algo que me ha llamado la atención sobremanera y es cómo en una ciudad (provincia) como ésta, los diferentes medios de comunicación han ido cerrando sin que nadie haya dicho nada. En muchas ocasiones, la mayoría, las redes sociales han sido las únicas informadoras de una situación dramática. Seguramente, lo primero es echar la culpa al empresario. No les resto responsabilidad, porque muchos decidieron crear su medio de comunicación a la sombra de los beneficios del ladrillo y para seguir incrementando la cuenta de resultados en forma de prestigio y relevancia social.

Sin embargo, a pesar del drama que genera una mala gestión porque su consecuencia inmediata es el cierre y, por ende, el incremento de las listas del desempleo, no podemos dejar pasar la acción (que no inacción) de los políticos actuales que, una vez más, como se lleva demostrando en este país desde hace años, son incapaces de mostrar un ápice de sensatez en la toma de decisiones.

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