miércoles, 11 de abril de 2012

Los recortes, imprescidibles. Solución: ¿un conflicto?


Desde hace algunas semanas, el Partido Popular viene lanzando el mensaje, nunca mejor dicho aunque algún amigo ya lo califica de recado, de que los recortes son la única y última alternativa posible para salir de la crisis que acecha a la economía española. ¿No hay alternativa más que luchar por un déficit ajustado a los mandatos de quienes marcan el paso en la UE o la otra posibilidad es acudir a acciones de gobierno que se acercan más a posiciones de países que abrazan medidas que están muy lejos de las que adoptan los actuales mandatarios españoles y europeos (en su mayoría) y que si no son neoliberales, sí se aproximan a esa tendencia?. Al margen, claro está, quedan las políticas sociales domésticas que, en el supuesto español, sí se sitúan claramente en el lado neoconservador, con una destrucción evidente de los pilares del estado de bienestar. 

No pinta bien todo esto. Echando mano de la historia, y ahora que se acaba de cumplir un nuevo aniversario de la guerra de las Malvinas, lo primero que me viene a la cabeza es el arranque de un conflicto armado como otra de las alternativas a la actual situación de desasosiego económico y social. Solo pensar en algo así da auténtico pavor. Sin embargo, cuando ocurrió, quienes llevaban las riendas en Argentina e Inglaterra (Junta Militar y Margaret Thatcher) sacaron un provecho enorme desde la perspectiva de la imagen interna puesto que su situación como gobernantes vivía instantes verdaderamente complicados desde el punto de vista de la opinión pública.

En nuestro país, seguramente la situación no sea ni de lejos similar, dirán muchos, pero otros afirmarán que las condiciones son tan complicadas (esto no se cansa de repetirlo el Gobierno Rajoy cada vez que adopta medidas impopulares) que hay quien no descarta que pueda producirse alguna acción militar internacional en la que España se involucre de manera directa. No podemos olvidar que en este país, a lo largo de medio siglo, ha estado operativa ETA (si es que no sigue estándolo), y la actividad criminal de la banda terrorista también sirvió para consolidar o desgastar gobiernos, y hay ejemplos muy recientes de ambos supuestos. En el primer caso, es decir, en la utilización del terrorismo etarra en beneficio propio, es indudable que no parte de un acción consciente por parte de los partidos políticos o sí (afirmación que ya depende de cada uno), pero es evidente que algunas formaciones se han beneficiado de ello en diferentes comicios. Diferentes grupos políticos y, en especial, algunas personas dedicadas a la ‘cosa pública’ de forma individual han obtenido rédito electoral. En el segundo supuesto, es decir, en el desgaste de los gobiernos, el ejemplo más evidente han sido las campañas contra el anterior Ejecutivo de Zapatero lanzadas desde la oposición y determinados sectores próximos a las víctimas, cuyo intento de participación en la vida política ha sorprendido siempre en otros países.

La clave tal vez se encuentre en si España es capaz de tomar parte en un conflicto internacional y en qué lugar del planeta (Irán, Siria, Corea del Norte, África...). El carácter global de la crisis lleva a pensar en la posibilidad de que un conflicto supranacional esté observándose en determinados ámbitos como una salida para tratar de ‘poner en marcha’ ciertos sectores cuyo peso es muy importante en el panorama económico mundial. Además, no sería algo nuevo puesto que a lo largo de la historia se han dado conflictos internacionales muy ligados a situaciones económicas dramáticas. Una vez más, los políticos del mundo estudian anteponer los intereses económicos a las vidas humanas. Es lo que nos ha tocado.

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