Desde hace algunas semanas, el Partido
Popular viene lanzando el mensaje, nunca mejor dicho aunque algún amigo ya lo
califica de recado, de que los recortes son la única y última alternativa
posible para salir de la crisis que acecha a la economía española. ¿No hay
alternativa más que luchar por un déficit ajustado a los mandatos de quienes
marcan el paso en la UE o la otra posibilidad es acudir a acciones de gobierno
que se acercan más a posiciones de países que abrazan medidas que están muy
lejos de las que adoptan los actuales mandatarios españoles y europeos (en su
mayoría) y que si no son neoliberales, sí se aproximan a esa tendencia?. Al
margen, claro está, quedan las políticas sociales domésticas que, en el
supuesto español, sí se sitúan claramente en el lado neoconservador, con una
destrucción evidente de los pilares del estado de bienestar.
No pinta bien todo esto. Echando mano de la
historia, y ahora que se acaba de cumplir un nuevo aniversario de la guerra de
las Malvinas, lo primero que me viene a la cabeza es el arranque de un
conflicto armado como otra de las alternativas a la actual situación de
desasosiego económico y social. Solo pensar en algo así da auténtico pavor. Sin
embargo, cuando ocurrió, quienes llevaban las riendas en Argentina e Inglaterra
(Junta Militar y Margaret Thatcher) sacaron un provecho enorme desde la
perspectiva de la imagen interna puesto que su situación como gobernantes vivía
instantes verdaderamente complicados desde el punto de vista de la opinión
pública.
En nuestro país, seguramente la situación no
sea ni de lejos similar, dirán muchos, pero otros afirmarán que las condiciones
son tan complicadas (esto no se cansa de repetirlo el Gobierno Rajoy cada vez
que adopta medidas impopulares) que hay quien no descarta que pueda producirse
alguna acción militar internacional en la que España se involucre de manera
directa. No podemos olvidar que en este país, a lo largo de medio siglo, ha
estado operativa ETA (si es que no sigue estándolo), y la actividad criminal de
la banda terrorista también sirvió para consolidar o desgastar gobiernos, y hay
ejemplos muy recientes de ambos supuestos. En el primer caso, es decir, en la
utilización del terrorismo etarra en beneficio propio, es indudable que no
parte de un acción consciente por parte de los partidos políticos o sí (afirmación
que ya depende de cada uno), pero es evidente que algunas formaciones se han
beneficiado de ello en diferentes comicios. Diferentes grupos políticos y, en
especial, algunas personas dedicadas a la ‘cosa pública’ de forma individual
han obtenido rédito electoral. En el segundo supuesto, es decir, en el desgaste
de los gobiernos, el ejemplo más evidente han sido las campañas contra el
anterior Ejecutivo de Zapatero lanzadas desde la oposición y determinados sectores
próximos a las víctimas, cuyo intento de participación en la vida política ha
sorprendido siempre en otros países.
No hay comentarios:
Publicar un comentario