martes, 3 de abril de 2012

Gracias compañeros


A pesar de que hay titulares que, de tan manidos, dan incluso grima, incluso aunque hagan alusión a verdaderas obras de arte, en el caso que nos ocupa es, sin duda, el que mejor explica lo ocurrido con el periódico en el que he tenido el placer de trabajar los últimos 10 meses, el Día de Guadalajara. Lo suyo ha sido la crónica de una muerte anunciada.

Hoy, en caliente, después de recibir la noticia por parte de la empresa, y cuando todavía uno ni se plantea el futuro, las vísceras invitan a hablar, a vomitar lo que el corazón quiere, tirando a diestro y siniestro, hablando de empresarios que no piensan en la profesión, de políticos de provincias que sólo aspiran a ser ‘algo más’, aunque sea a costa de los profesionales y, lo que es más grave, del pueblo, al que incluso alguno/a se atreve ya a arrebatar la soberanía, o de colectivos que, según dicen, defienden a los periodistas. Es lo que nos ha tocado; hay quien ha tenido la suerte de vivir momentos de la historia en los que la inventiva, la profesionalidad, la diligencia, el apostar por ideas novedosas mandaban. Por desgracia, a mi generación, forjada a base de ladrillos y falsas promesas de más formación igual a mejor desarrollo profesional (no económico), le ha tocado en ¿suerte? personajes que se creen lo que no son y, lo más grave, no son ni de lejos lo que se creen.

A pesar de que esto pudiera parecer una especie de vómito visceral, lo siento pero no. Eso lo dejaré para más adelante. En unos días será el momento de hablar de aquellos que en un día como hoy se alegran de que un medio cierre porque son incapaces de ver más allá de mañana, y eso sí es un verdadero problema para nuestra sociedad.

Hoy simplemente quiero recordar a quienes han compartido conmigo estos meses de experiencia laboral, repleta de sinsabores, pero cargada de humanidad, solidaridad y profesionalidad. Mi primer recuerdo es para ellos, la plantilla de El Día de Guadalajara y CNC, con cuyos integrantes he aprendido más de lo que yo podría imaginar en estos nueve meses. Cuando digo esto no lo hago desde la amistad, porque no la ha habido, puesto que uno, después de unos años dedicándose a esto desde mi época de becario en RadioVoz Madrid, ha aprendido que aquello del ‘colegueo’ no funciona. Lo único que quiero hacer es agradecer el enorme trabajo que en este tiempo han realizado estos profesionales, y en unas condiciones bastante lamentables por diversas razones.

Soy consciente de que este no es el mejor momento para intentar mirar al futuro con optimismo; además sería hipócrita por mi parte hacerlo, o estaría mintiendo. Sin embargo, sí creo que los buenos profesionales van a seguir teniendo su hueco para continuar una labor que es fundamental para la consolidar esta sociedad democrática que atraviesa por instantes dramáticos en muchos casos. 

Compañeros. Muchas gracias por lo que me habéis enseñado y por vuestra profesionalidad.

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