jueves, 19 de abril de 2012

Un cambio necesario en la 'portavocía real'


Han pasado ya algunas horas desde que el Rey pidiera disculpas por lo ocurrido y reconociera su error. Han corrido ríos de tinta que iniciaron su cauce justo después de que se conociera la noticia a finales de la semana pasada. Las opiniones han sido muy encontradas, pero el desenlace, por inesperado, ha dejado ojipláticos no sólo al ciudadano de a pie, sino también a los medios de comunicación. Las apuestas de los días de convalecencia del monarca han girado en torno a dos posibilidades, bien aprovechar su talante 'campechano' y salir del entuerto, incluso, con alguna gracieta; bien dejar pasar el tiempo sin decir nada y que los diferentes medios consiguiesen 'exclusivas' de fuentes de la Casa Real para ir conociendo su estado de ánimo (en definitiva, un poco o un mucho, según se mire, de lo que hace el presidente del Gobierno). Pero el reconocimiento del error, junto con la petición de disculpas, a lo que hay que unir el hecho de que se supiera que el viaje había sido una invitación (una vez más jugando con las 'exclusivas' debidamente preavisadas en las redes sociales a través de El Mundo), y no un gasto 'supérfluo' por la situación que padece el país y, por lo tanto, no pagado con dinero público, ha descolocado a más de uno, incluido a un servidor.

Con seguridad, me atrevería a decir que la decisión de escenificar el pronunciamiento de las ya famosas 11 palabras, salió de alguien muy cercano pero no de los responsables de velar por la imagen institucional de Juan Carlos. Es curioso, no por esperado, como tras su declaración sólo a medios públicos, enseguida los diferentes partidos políticos se lanzaron a comentar el desenlace. El Partido Popular, que ha aprovechado la coyuntura para pasar de puntillas por los recortes en Sanidad y Educación, ha sido el abanderado de la Casa Real por intereses claramente partidistas, muy al contrario de lo que sucedió durante los mandatos de José María Aznar con agrias disputas, algunas conocidas otras no. El PSOE en una posición aséptica o abstencionista (ni sí, ni no, ni todo lo contrario) aunque haya dicho Rubalcaba que hablará con el monarca del asunto; además, los socialistas parece que siguen con su travesía del desierto en relación con este y otros temas. Izquierda Unida, también sorprendida por la vuelta de tuerca provocada por las disculpas, insistió en su mensaje por la III República, nada nuevo en el horizonte. 


No me defino republicano ni monárquico. No voy a negar que cuando se dio a conocer la noticia me supo a engaño y tomadura de pelo. Sin embargo, creo que esto le sucede a muchos de mi generación, sin dejar de ser crítico con la Corona, no niego cierto apego a la manera de un síndrome de Estocolmo de quien no ha conocido otro sistema que el actual, aunque no niego que en los últimos meses mis niveles internos de popularidad de los Borbón han descendido de forma considerable. No creo que sea el momento de reclamar un cambio de sistema, pero no es menos cierto que ha llegado el momento de un cambio en la cabeza de la monarquía, fundamentalmente porque en esta crisis económica (y lo extendería a los últimos años con el tan manido 'que te calles' del monarca a Chávez) la institución y, en concreto, su máximo portavoz no ha sabido estar a la altura de las circunstancias. 

En un primer momento esta líneas iban a seguir un hilo irónico, con retranca que para eso soy de las tierras del norte, con alusiones a la fiesta africana o la beca del nieto del Rey para ir con él a cazar en unos años. Se prodría hacer referencia al uso de la sanidad privada para su operación por miedo al resultado de la misma debido a los recortes en la pública, o preguntarse qué compañía de seguros tiene el arrojo de firmar con la Casa Real con la que está cayendo; incluso hablar de los yernos y los disgustos que le ocasionan, a excepción de Letizia Ortiz que llegó de tapadillo y es la que más aguanta el tipo, aunque en sus comparecencias crea que sigue presentando un informativo. Pero no. Considero que la trascendencia es mucho mayor porque, guste o no guste, la Casa Real y, en concreto, el Rey son la más alta representación del Estado (al margen del carácter simbólico) y la importancia de lo ocurrido en los últimos meses es enorme para la imagen de todo un país. La gota que ha colmado el vaso es la cacería. La conclusión de esta época de vacas flacas debiera ser, en no demasiado tiempo, la abdicación y el cambio de portavoz real.

Por cierto, Juan Carlos ha puesto el listón muy alto a los representantes de la clase política.


No hay comentarios:

Publicar un comentario