martes, 15 de mayo de 2012

No todo sigue igual, está peor

Hace un año miles de personas salían a las calles y plazas de toda España para protestar por la situación del país y lanzar una crítica real a la clase política y su forma de gestionar, centrada en especial en los dos grandes partidos. He de reconocer que aquel 15 de mayo despertó en mí muchas suspicacias porque se encendía justo antes de las elecciones municipales y autonómicas y sus consecuencias iban a ser evidentes. También recuerdo que no le veía sentido a esta acción porque 'no se proponía nada concreto'. No sé si este movimiento del 15M logró, entonces, el objetivo por el que nació, y digo que lo desconozco porque, si bien es cierto que el mapa electoral de nuestro país se tiñó de azul, no es menos cierto que muchos partidos minoritarios, aunque sin alcanzar representación muchos de ellos, sí consiguieron romper sus propios techos históricos de apoyo. Además, no se pueden olvidar los datos de abstención y el porcentaje de votos en blanco surgidos, sin duda, de la acción de los indignados.

He sido también de lo que creía que aquello se acabaría el día que se levantasen los campamentos a lo largo y ancho de la geografía española. Sin embargo, un año después, tras haber sucedido muchas cosas que resumidas en un frase darían para el titular 'España no consigue despegar', el movimiento 15M demuestra que su trabajo no ha terminado y que seguirá ofreciendo 'resistencia'. 

Es el momento, considero que además es justo, de reconocer los subgrupos que a raíz del 15 de mayo de 2011 han seguido trabajando en las ciudades, grandes o pequeñas, en los pueblos, en los barrios. Estas asambleas, o como se quieran denominar, han hecho frente al desprecio y a los comentarios irónicos en muchas ocasiones del ciudadano de a pie. Han mantenido sus encuentros, en ocasiones formados por cuatro o cinco personas como mucho, y han seguido informando de sus acuerdos y acciones a través de las redes sociales. Hiciera frío, bajo la lluvia, el calor intenso y en cualquier circunstancia esas cuatro o cinco personas han mantenido encendida la llama en la mayor parte de ciudades y barrios. Hoy, estos días, recogen los frutos. Las asambleas son más nutridas y las ideas siguen surgiendo para intentar cambiar el mundo.

Hoy se cumple un año de aquel movimiento nacido de la desilusión. Doce meses durante los cuales esas cuatro o cinco personas de cada ciudad han continuado con esa tarea. Aunque parezca que estos días ha habido menos gente en las concentraciones y manifestaciones que aquel 15 de mayo, hay algo que nadie puede poner en duda y es que la semilla está bien arraigada.

Desde entonces hasta ahora, parece que ha pasado más tiempo, muchas cosas han ido a peor. El cambio de gobierno que muchos, en especial medios de comunicación, habían alentado como paso necesario para salir de la crisis ha devenido en bandazos en la gestión que sitúan el país al borde del caos. Muchos de los derechos por los que los españoles han luchado durante décadas se han ido al traste bajo la cortina de humo que imponen los mercados y ello sin que los resultados hayan sido los esperados. Da la impresión de que hemos vuelto atrás; nuestras condiciones de vida han empeorado y nos han colocado en una posición casi similar a aquella transición ahora olvidada. 

Un año después del 15M, en su primer aniversario no todo sigue igual, sino que está peor y las perspectivas no son nada halagüeñas. Ahora es el momento de recordar a esas cuatro o cinco personas que todas las semanas durante estos 12 meses, con su trabajo sordo, han permitido que este movimiento de indignación general no haya quedado en el olvido.

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