viernes, 2 de agosto de 2013

El periodismo desde la trinchera

Es evidente que lo de arriba es solo un titular porque no voy a hablar de guerras o de corresponsales que se juegan la vida para transmitir lo que ocurre en zonas de conflicto por cuatro duros, si trabajan para medios españoles. Ni mucho menos. Estas reflexiones vienen, ya con la cabeza fría porque en caliente es mejor no dejarse llevar, a raíz no ya del poco reprise informativo demostrado por muchas cadenas de televisión el día del trágico accidente de Santiago de Compostela, sino por el tratamiento dado después al mismo y las guerras entre medios y periodistas al rebufo del siniestro.

Estos días leía con interés la 'pelea' dialéctica en las redes sociales entre algunos periodistas y tertulianos a propósito de un artículo publicado en InfoLibre. La verdad es que la mencionada opinión, firmada por Toni Garrido, hace una serie de aseveraciones en las que, como casi siempre en estos casos, queda en entredicho la profesión periodística. Evidentemente, en la discusión tuitera, se reprocha al autor un intento de aleccionar sobre unos profesionales, los periodistas, y un sector, el de los medios de comunicación, que como sabemos todos los que tenemos que ver con él o no, se encuentra en sus momentos más delicados.

Me quedo con una de las reflexiones que hace Garrido en referencia a despoblar las redacciones de "tipos serenos curtidos a navajazos. Gente capaz de cocinar con la tinta de una máquina de escribir. Hombres y mujeres que congelaban una sala de prensa con el aliento". Pienso sobre esto y me da la impresión de que tiene razón... en parte. Es evidente que sus alusiones se refieren a algunos de los nombres más renombrados del sector que, desde hace algunos meses, no forman parte de las plantillas de medios de comunicación quizá más renombrados que
ellos, aunque en algunos supuestos esto lo pongo en duda. Soy o intento ser periodista (si bien para este particular tampoco hace falta la aclaración) e intuyo que Garrido, aunque en instante alguno hace referencias a la edad de los periodistas, se apoya en una distinción entre veteranos y noveles. Aquí es donde discrepo. He tenido la suerte de trabajar con periodistas jóvenes que me han enseñado mucho y de los que guardo un gran recuerdo profesional, del mismo modo que lo he hecho con maestros 'curtidos (de algunos he sacado lecciones muy positivas, de otros mejor ni recordar). 

Sinceramente creo que contraponer la "experiencia" a "tersura" a la hora de hablar de periodismo y periodistas encierra un doble error. Por una parte, la experiencia no garantiza la calidad, ¡ni mucho menos!; por otra, la tersura no es sinómino de mal hacer en esto de buscar, informar, contar, analizar u opinar sobre hechos noticiosos.

Esa tersura a la que se refiere Garrido supongo que es similar a la baja calidad con que se evalúa por sistema al periodismo local, o de provincias, donde por cierto hemos empezado muchos aunque a veces se olvide y que, tiempo al tiempo, será el salvavidas de la profesión. Algunos de esos curtidos en mil batallas cuando llegan a una ciudad pequeña porque un asunto les hace bajar de sus altares capitalinos, lo hacen  (no todos, también es verdad) con ese aire de superioridad de quien se cree mejor (que a lo mejor lo es) pero que en el ámbito local no se mueve como pez en el agua. Eso sí, dispone de su marca, del nombre del renombrado medio en el que trabaja o desempeña sus enseñanzas cual profesor. He visto y vivido situaciones que sonrojarían de vergüenza propia y ajena a algunos de los que sí se han ganado el calificativo de maestros de periodistas. Pero los otros, aquellos que por sí mismo o a través de amigos, se sirven del término "curtidos" en medios con medios, con sueldos más que decentes, utilizan precisamente la expresión de "en lo local, en las provincias, es donde se hace y aprende el verdadero periodismo", cuando solo han pisado una redacción de estas características a la hora de pronunciar la manida frase.

Volviendo al siniestro de Santiago de Compostela y al artículo en cuestión he de decir que, primero como gallego (¿hubiese habido una cobertura desde el primer momento en las televisiones generalistas si el accidente se localizase en Madrid o Barcelona?) y después como periodista, el seguimiento realizado desde las televisiones generalistas fue lamentable por nulo. Esta descalificación adquiere tintes más profesionales si la aludida es TVE, lo que lleva a preguntarse uno acerca de la capacidad de los gestores de los Servicios Informativos de la cadena pública, pero este es otro tema.

Más allá de esto, a lo mejor Toni Garrido tiene razón en sus críticas, en su descripción del sensacionalismo buscado y contado en tres dimensiones, en su denuncia de algunos momentos informativos en torno al accidente, pero la generalización es cruel y, en la mayoría de las ocasiones, injusta. La pregunta que el autor del artículo debería hacerse es si esos periodistas 'curtidos' en mil siniestros habrían realizado un trabajo mejor. La cuestión que yo le haría al mismo autor es: Si el resultado fuese el mismo ¿las críticas por su parte hubiesen sido similares? Supongo que su respuesta será afirmativa pero esto nunca lo sabremos.

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