Las Peregrinas (fiestas grandes de Pontevedra) bajan el telón.
Atrás queda una semana de alegría, alboroto y, si todavía existieran, muchos
‘perritos piloto’. Días de música, jolgorio y gasto, aunque eso lo dejamos para
los pertinentes balances que, me atrevo a augurar, recordarán la crisis. Pero
en las festejos manda lo positivo. Amigos mesetarios venidos desde ‘as terras do
interior’ han descubierto una ciudad que, le pese a quien le pese, ha mejorado en
los últimos años. “Es la gran desconocida de Galicia”, me decían. Sin embargo, ha habido un ‘pero’: la ausencia de nuestro paisano más ilustre, Mariano Rajoy.
Qué tiempos aquellos (hace un año) cuando su llegada a La Moncloa propició que
en agosto las calles de Pontevedra parecieran los pasillos del Congreso...
Ministros, secretarios de Estado, directores generales… paseando por calles como Michelena o Gutiérrez Mellado (antes General Mola, apunte para nostálgicos).
Ministros, secretarios de Estado, directores generales… paseando por calles como Michelena o Gutiérrez Mellado (antes General Mola, apunte para nostálgicos).
Rajoy ha preferido cambiar sus
paseos por la zona monumental de la ciudad, su puro en los toros… por Ribadumia, feudo de su homólogo
‘diputacional’. Y se le ha echado de menos. Muchos turistas esperaban su
presencia, pasaban una y otra vez por la Plaza de Méndez Núñez donde dice la
leyenda que en un pub conoció a su mujer. A alguno se le oía decir: “si lo
vemos… yo le pido una foto”. Algo así como una especie de Gordo de Navidad estival.
Nosotros, sus paisanos estamos más acostumbrados a él porque es de aquí y en
espíritu campechano compite con el Rey de los campechanos. Al final para los
foráneos ni siquiera ha habido una pedrea
con cara de algún ministro o alto cargo porque todos están desaparecidos.
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Por favor, que nadie observe en
esta actitud un feo a su ciudad. Mariano y los suyos preparan el regreso a la agitada
realidad política. La peligrosa amistad ‘barceniana’, la Gibraltar de la pérfida Albión, las ansias de Cospedal,
la reaparición de Esperanza Aguirre, el ‘váyase’ versión PSOE, la ¿recuperación?
económica o esas reclamaciones soberanistas de los únicos que, de vez en
cuando, le apoyan en las Cortes.
En estos días que llevo por aquí
me he encontrado con algún PTV (Pontevedrés de Toda la Vida) de apellido prominente, de esos que alardea(ba)n
de conocer a Rajoy. Hasta este agosto, la pregunta que siempre surgía en una
tertulia improvisada entre las palomas del céntrico enclave de la Herrería era “… y tú ¿cómo ves a
Mariano?”. La respuesta de interminables minutos se basaba en loas al líder con
el único afán de demostrar una relación casi familiar. Ahora, ante una cuestión
similar, en la cara del mismo PTV se dibuja una risilla absurda de la que se desprende
un “pero si yo soy del Bloque (Nacionalista Galego) de toda la vida”. Precisamente, también los
‘bloqueiros’ le han echado de menos y el propio Vence en su discurso con motivo
del Día de Galiza mártir, se refirió a él y a su innombrable extesorero. Son de
esos argumentos políticos de difícil comprensión, si bien con ellos el líder
nacionalista arrancó algunos aplausos porque Mariano sirve para un roto y un descosido.
Lo cierto es que se acaban las
Peregrinas y una de las grandes atracciones no ha venido. No se han visto
unidades móviles de televisión o titulares del estilo “El presidente y las
fiestas de su ciudad”. Y de nuevo el PSOE ha fallado en comunicación. Si los
asesores de Rubalcaba, que haberlos
hailos, hubiesen realizado su trabajo, el socialista debería haber pasado
esta semana alojado en algún hotel de la capital ¡Se hubiera dado un baño de
multitudes! O no, pero total, como dicen algunos en Ferraz, “para lo que le
queda…”
Pero al final el que importa es
Mariano, que para eso es de aquí. Como hay que tener amigos hasta en el
infierno, incluso un conocido socio del Casino me ha confirmado que tampoco se
ha pasado por sus instalaciones, y eso son ya palabras mayores.
Las fiestas de la Peregrina (patrona provincial), como ha dicho un conocido periodista local (Eugenio Giráldez) recientemente afectado tras años de servicio por esos Eres que "se han reducido" bajo el manto de la reforma laboral, son las "fiestas del reencuentro". Sin embargo, en esta ocasión ha faltado el más importante: el del presidente del Gobierno con sus paisanos.
**Artículo publicado en www.pontevedraviva.com**
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