viernes, 22 de marzo de 2013

Un cuento de regeneración en Demagogiastán (2ª Parte)

* Esta es la historia breve de la Condesa de Líder, una mujer hecha a sí misma, según sus seguidores; muy lista y siempre con padrinos, según sus detractores. Tras conocer lo peor de la política (1ª parte de Un cuento de regeneración en Demagogiastán), ahora empieza a recoger los frutos de sus... acciones. 

Con el camino iniciado por su admirada, la Condesa de Líder abrazó esas ideas y pergeñó la manera de ponerlas en práctica, para lo cual, haciendo de la debilidad virtud, contraa toda una red de bufones que se encargaban de informar a los súbditos de todo lo que sucedía en su jurisdicción; sólo buenas noticias porque su región se había convertido, tal y como ella misma trataba de autoconvencerse, en el ejemplo a seguir. Sobre sus adversarios, las otras castas más o menos poderosas, también fue objetiva a la hora de comunicar sus fechorías puesto que habían caído en una vorágine de desfachatez que era justo denunciar, según se encargaba ella misma de recordar. En cuanto a aquellos parientes que discrepaban con ella, en lugar del castigo les premió con la indeferencia, todo un privilegio...


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Sus formas modificaron radicalmente la región, prescindiendo de gastos supérfluos, llevando el sistema de transportes a lugares donde nunca hubieran imaginado los vecinos que llegaría. Algunos de sus familiares criticaron que esas medidas eran "innecesarias". "Mamandurrias", contestaba ella con el gracejo propio de su tierra. Del mismo modo, con el paso de los años y con un poder más que consolidado, también tomó la decisión de prescindir de funcionarios del reino que, claramente, se dedicaban a holgazanear. 


Sin embargo, el respaldo que la Condesa tenía en su ámbito de poder no se reflejaba en el conjunto de Demagogiastán, donde el sustituto de Chemari de las Ansares, el nuevo gran señor Marciano Vedrés de los Chuches, logró un respaldo popular nunca conocido para su familia, en parte, y esto lo reconocen los historiadores, porque sus adversarios, durante su mandato, tomaron no sé qué brotes verdes que les hicieron perder la cabeza. Después de eso siguieron buscando un antídoto pero las malas lenguas afirman que esos brotes verdes no les permitían cambiar así que entraron en una especie de bucle sin sentido. 

Fue pasando el tiempo y la Condesa, a pesar de ciertas desavenencias con el nuevo gran señor, supo esperar su momento, eso sí, sufriendo diferentes ataques que le llegaban de su propia familia, al tiempo que observaba cómo en la cúpula del reino las cosas no iban como requería una nación grande y unida. Su hastío llegó a un nivel insoportable, con constantes encontronazos con el gran señor del momento con quien ya había discutido en más de una ocasión y, aunque lo apreciaba, no estaba de acuerdo con sus maneras a la hora de gobernar. "Esperar siempre a que los problemas pasen, así sin más, no es bueno", decía una y otra vez. 

Esas diferencias se acrecentaron cuando el gran señor tomó la determinación de incluir en la Mesa Rectangular a uno de los primos de la Condesa, con el que, sin llevarse mal, ella no guardaba una relación muy estrecha. No se cansaba de repetir: "es el niño mimado del reino". 

Después de muchas vicisitudes, la Condesa de Líder tomó una decisión que sorprendió a muchos. Abandonó su presencia en el Gobierno de su tierra y optó por dedicarse a la selección de caballeros para las cruzadas. Pero La Lideresa lo tenía todo calculado porque al cabo de unos meses, apoyándose en todo un villano pero con mucho poder, Lois Arcenas Bracón, el Conseguidor, inició su particular reconquista, tarea en la que está ahora mismo inmersa. 

Como sus contactos no los perdió en momento alguno, apoyándose en ellos se ha postulado para lograr un título, quizás el más ansiado por todos los representantes de la Mesa Rectangular: el de Gran Regenerador del reino de Demagogiastán. Este propósito ocupa ahora todo su interés. 

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