viernes, 8 de marzo de 2013

Las relaciones se acaban

En plena época de recortes por la crisis financiera, doméstica y social que vivimos, en pleno proceso de readaptación a nuevas situaciones, he decidido poner punto y final a una relación que mantenía desde hacía más de dos décadas. Más de la mitad de mi vida he contado con su compañía. Ahí ha estado, en los buenos momentos, ¡cómo olvidar las fiestas, su presencia en las celebraciones de cualquier acontecimiento! Incluso me ayudó, y de qué manera, en la espera del nacimiento de la pequeña Paula. Tal vez esto es lo fácil, estar a las maduras; por eso yo valoro su apoyo en las duras, tratando de calmarme, de tranquilizar mi angustia... 

He visto a mucha gente que ha pasado, por culpa de relaciones como ésta, por situaciones verdaderamente dramáticas, que les ha costado la salud y la vida. Porque, hay que reconocerlo, una pareja de estas características te ataca en lo más profundo. Es, sin duda alguna, de esas relaciones autodestructivas. Sin embargo, no sé, tiene algo que... y no solo lo digo yo; ese 'algo' te impide que lo dejes, que te olvides de determinados comportamientos que siempre te conducen a su presencia. Sería algo así como esa especie de viuda negra que tan bien describen algunos escritores. 

Pero ha llegado la hora de cambiar de relación. Es el momento de dejar atrás despertares que, después de una noche intensa, se transforman en dolor de cabeza, de pecho, de corazón. Es el momento de decir que no, de demostrarte a ti mismo que eres capaz de vivir sin su compañía. Hace tres días (para muchos será un período de tiempo ridículo, pero seguro que no han pasado por una relación así) desde que tomé la decisión y, aunque no consigo olvidar, observo a mi hija Paula y miro hacia delante. 72 horas que me parecen más largas que los muchos años a su lado, a mi lado. 

No podría decir porque he tomado esta decisión. En ocasiones las medidas de este calibre se adoptan y punto. Tal vez he madurado la parte que faltaba, a lo mejor, por una vez, he pensado en mí, o en Paula; quizás he priorizado lo verdaderamente importante sobre cuestiones superficiales. No lo sé. Aunque... la imagen de aquel hombre que se quedó sin voz tras una relación más larga que la mía... No estoy seguro. 

Los primeros tres días sin su compañía se han cumplido ya y, desde luego, no es fácil. Nada fácil. Sin embargo sé que he tomado una de las decisiones más acertadas de mi vida. Pero... lo que daría ahora mismo por un cigarro, ese que creía sempiterno compañero de viaje hasta hace... tres días.

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