sábado, 16 de marzo de 2013

Mourinho y el Papa Francisco


Menuda vorágine informativa y tú querías perdértela. Días de vino y rosas, en las que ha habido de todo, pan y fiesta (o circo) para gusto del consumidor. No han faltado el fútbol y los cónclaves, sí porque en realidad ha habido más de uno, si tenemos en cuenta el que celebraron el PP y Bárcenas en la conciliación por la demanda del segundo contra los dirigentes del primero.


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En el Vaticano todo el glamour casposo, como si de un festival de cine venido a menos se tratara, se dio cita. Con periodistas y televisiones de todo el mundo para informar de un “acontecimiento histórico” –que visto lo visto le corresponde cada vez menos el calificativo, algo parecido a lo que sucede con los Barça-Madrid de fútbol- que vive su momento más impactante con el humo que sale de una chimenea y que recibe el nombre de ‘fumata’ blanca o negra. Recuerdo que algún amigo de juventud también pasaba por momentos casi bíblicos con fumatas (sin color) que por su densidad y magnitud les daba el sobrenombre de ‘submarino’, aunque esas son otras experiencias religiosas que ahora no vienen al caso.


Los especialistas, como en el balompié –o la Fórmula 1, pero sin la necesidad de que sean calvos- también hacen su agosto. En todas las cadenas de televisión y emisoras de radio aparecen sujetos que saben de todo pero no controlan nada (algo así como nosotros, los periodistas). En esto me quedo con la cobertura de la cadena pública, con su mandamás a la cabeza. Sinceramente creo que le salió la cosa al revés porque después del enorme despliegue (así lo definió el propio Somoano), resulta que los purpurados, cardenales, o cómo se denomine al cuadro de mandos de la Santa Madre Iglesia –nunca he sido de estudiar los escalafones, ni siquiera los militares- decidieron elegir al jefe en menos que canta un gallo.


Esto demuestra, una vez más, que los expertos en la materia no dan una; se afanaron en anunciar los días anteriores a su inicio un cónclave complicado por las diferencias internas e insalvables entre las distintas facciones eclesiásticas (que en esto se parecen al PSOE, con sus barones regionales y el PSC) y resulta que todo se resolvió en unas horas y el elegido es quien en la anterior reunión había quedado segundo (dicen los especialistas que porque entonces renunció y le dejó el camino libre a Benedicto XVI).


Al final, ese segundo venido a más (como cuando Aznar le ofreció a Rato la dirección del PP y éste no recogió el guante, aunque quedaría por determinar los papeles de Rato y Rajoy como Benedicto o Francisco) esta vez no pudo negarse y para sorpresa de todos, excepto los expertos en la materia (que ya lo sabían pero no lo habían dicho o sí pero de manera soterrada), resulta que los curas de alta graduación se decantaron por un jesuita, argentino, con cara de bonachón y al que le gusta el fútbol. No le falta nada a la nueva novela vaticana.


Por cierto, hay quien asegura que a Mourinho le ha gustado la designación del Papa Francisco. Dicen que dispone de más argumentos para justificar una hipotética eliminación de su equipo en un posible cruce con el Barça en Europa: “¿Por qué tiene este poder con los árbitros? No sé si es por el poder de Villar en la UEFA o por llevar UNICEF en las camisetas. No lo entiendo. Y ahora, el nuevo Papa es argentino como Messi, y de San Lorenzo ¿Qué colores tiene la camiseta? ¡Manda carallo!”

Ahí están, en la ciudad deportiva del Real Madrid, ensayando... por si acaso.


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