Menuda vorágine informativa y tú
querías perdértela. Días de vino y rosas, en las que ha habido de todo, pan y
fiesta (o circo) para gusto del consumidor. No han faltado el fútbol y los
cónclaves, sí porque en realidad ha habido más de uno, si tenemos en cuenta el
que celebraron el PP y Bárcenas en la conciliación por la demanda del segundo
contra los dirigentes del primero.
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En el Vaticano todo el glamour
casposo, como si de un festival de cine venido a menos se tratara, se dio cita.
Con periodistas y televisiones de todo el mundo para informar de un
“acontecimiento histórico” –que visto lo visto le corresponde cada vez menos el
calificativo, algo parecido a lo que sucede con los Barça-Madrid de fútbol- que
vive su momento más impactante con el humo que sale de una chimenea y que recibe
el nombre de ‘fumata’ blanca o negra. Recuerdo que algún amigo de juventud
también pasaba por momentos casi bíblicos con fumatas (sin color) que por su
densidad y magnitud les daba el sobrenombre de ‘submarino’, aunque esas son
otras experiencias religiosas que ahora no vienen al caso.
Los especialistas, como en el
balompié –o la Fórmula 1, pero sin la necesidad de que sean calvos- también
hacen su agosto. En todas las cadenas de televisión y emisoras de radio
aparecen sujetos que saben de todo pero no controlan nada (algo así como
nosotros, los periodistas). En esto me quedo con la cobertura de la cadena
pública, con su mandamás a la cabeza. Sinceramente creo que le salió la cosa al
revés porque después del enorme despliegue (así lo definió el propio Somoano),
resulta que los purpurados, cardenales, o cómo se denomine al cuadro de mandos
de la Santa Madre Iglesia –nunca he sido de estudiar los escalafones, ni
siquiera los militares- decidieron elegir al jefe en menos que canta un gallo.
Esto demuestra, una vez más, que
los expertos en la materia no dan una; se afanaron en anunciar los días
anteriores a su inicio un cónclave complicado por las diferencias internas e
insalvables entre las distintas facciones eclesiásticas (que en esto se parecen
al PSOE, con sus barones regionales y el PSC) y resulta que todo se resolvió en
unas horas y el elegido es quien en la anterior reunión había quedado segundo
(dicen los especialistas que porque entonces renunció y le dejó el camino libre
a Benedicto XVI).
Al final, ese segundo venido a
más (como cuando Aznar le ofreció a Rato la dirección del PP y éste no recogió
el guante, aunque quedaría por determinar los papeles de Rato y Rajoy como Benedicto o Francisco) esta vez no pudo
negarse y para sorpresa de todos, excepto los expertos en la materia (que ya lo
sabían pero no lo habían dicho o sí pero de manera soterrada), resulta que los
curas de alta graduación se decantaron por un jesuita, argentino, con cara de
bonachón y al que le gusta el fútbol. No le falta nada a la nueva novela
vaticana.
Por cierto, hay quien asegura que
a Mourinho le ha gustado la designación del Papa Francisco. Dicen que dispone
de más argumentos para justificar una hipotética eliminación de su equipo en un
posible cruce con el Barça en Europa: “¿Por qué tiene este poder con los
árbitros? No sé si es por el poder de Villar en la UEFA o por llevar UNICEF en
las camisetas. No lo entiendo. Y ahora, el nuevo Papa es argentino como Messi, y
de San Lorenzo ¿Qué colores tiene la camiseta? ¡Manda carallo!”
Ahí están, en la ciudad deportiva del Real Madrid, ensayando... por si acaso.
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