martes, 22 de enero de 2013

¿Sólo los políticos son corruptos?


No seré yo el que adopte el papel de abogado del diablo a la hora de opinar sobre la clase política. Sin embargo, a tenor de todo lo que está aconteciendo, creo que es justo poner un cierto límite por varias razones. La principal tiene que ver con la supervivencia del propio sistema. Llámenme caduco si así lo desean, pero no soy partidario de una anarquía, o de los que creen que la clase política es un mal necesario de la democracia; antes al contrario, es una parte muy importante para su consolidación, mantenimiento y protección. 

Esto no quiere decir que no sea lícita la crítica dirigida a los representantes públicos, es más, la considero absolutamente necesaria para que la ciudadanía pueda ejercer una fiscalización, llamémosla social, a la que se debería unir la judicial, conformando un binomio prioritario para el sistema. Para ello los medios de comunicación, y los periodistas en particular, juegan un papel protagonista, ahogado por desgracia en los últimos años, pero con una luz al final del túnel: internet. 

Sin desviarme del tema inicial, que además da título a este post, me pregunto ¿la corrupción es sólo cosa de políticos o es inherente a la especie humana ibérica?

Cuando el actual Gobierno habló por vez primera (marzo de 2012) de la Ley de Transparencia, en este blog mencioné el Lazarillo de Tormes que amplié con una segunda parte dos meses más tarde. Entonces me centré en los políticos. Hoy, con todo lo que está cayendo, quizás habría que plantear el asunto desde la perspectiva del ciudadano español en general. 


Que éste es un país de pícaros es algo que nadie puede poner en duda, pero ¿llevamos la corrupción en la sangre, en el carácter? Mi respuesta es afirmativa y para ello simplemente basta recurrir a algunos ejemplos. 

Cuando criticamos a los políticos es, en muchas ocasiones, porque se sirven de un cargo en su propio beneficio pero no nos percatamos de que en nuestra vida diaria, en cierta medida, también actuamos de manera reprobable. 

Lo hacemos cuando vamos al médico y buscamos a algún conocido que nos 'cuele' para evitar la espera, cuando alguien nos comenta que en su trabajo está bien visto pagar un 'dinerillo' o hacer un regalo al encargado de turno de la ventanilla X para que acelere tal o cual trámite, cuando los operarios de cualquier administración local o de una diputación provincial se las arreglan para sacarse, en su horario de trabajo, un sobresueldo (que "no es para ser millonario" se encargan enseguida de justificar). Quién no tiene un sobrino policía o un primo de un conocido que nos hace un apañito para renovar el DNI porque lo necesitamos y está caducado; por no hablar de los enchufes para acceder a un empleo en un medio de comunicación (¡¿eh, colegas?¡)... 

Son ejemplos que se dan a diario y que todos conocemos o de los que hemos oído hablar. Visto lo visto, la conclusión es que, dentro de las posibilidades de cada uno y en su ámbito de actuación (privada, pública o personal), la población española es, a un determinado nivel, corrupta, lo que también explicaría que presidentes autonómicos, alcaldes, etc, tras ser imputados, procesados e, incluso, condenados por delitos relacionados con el cargo para el que han sido elegidos, repiten gracias al beneplácito del pueblo en forma de respaldo en las urnas. 

La solución a todo esto sería un análisis médico-científico de nuestra idiosincrasia para poder determinar el origen (al estilo Freud) y, lo más importante, los posibles remedios. No obstante, los recortes se han cebado también con la investigación, así que no nos queda otra que aguantar y esperar a que vengan tiempos mejores. Es una pena que en los centros mundiales donde se juegan los dineros no tengamos un primo o un conocido porque, de ser así, nuestro país, gracias a una serie de gestiones un tanto confusas que desarrollamos con maestría por mor de ese ¿gen, facultad, don? saldría antes de la crisis, lo que a su vez significaría la llegada de dinero y, por lo tanto, el impulso de la investigación con la que podríamos determinar la génesis de esa peculiaridad típicamente ibérica. En ese momento se iniciaría el fin de la corrupción en España.

Volveré en otra ocasión sobre la clase política (seguramente mañana o dentro de un rato), de la que solemos generalizar las malas conductas pero no las buenas. Nunca es bueno pluralizar, tampoco en relación con este asunto. Por el momento, yo duermo con la conciencia tranquila pero si mañana me encuentro un sobre en un bar con 24.000 euros... no sé, no sé.

*Publicado en www.pontevedraviva.com

1 comentario:

  1. Estimado Vicente en relación con tu post de hoy quisiera, en primer lugar decirte que absolutamente de acuerdo en todo, es obvio hablamos de naturaleza humana y no particular de una profesión u ocupación cuando tratamos el asunto de la corrupción,favoritismo etc. En definitiva estamos hablando del Ego simple y llanamente el cual es el primer y más importante "atributo" del género humano. Quisiera aportar a tu estupendo blog lo siguiente; independientemente de que mi opinión personal se resumiría con el dicho "Dios los cria y ellos se juntan". Lo que quiere decir que el ser humano basicamente egoista, edonista, y particularmente activo en la auto promoción y escalada a las más altas cumbres del medraje sé verá atraido a la política para cumplir sus fines personales. Propongo el sistema de puntos para corregir tanta corrupción. Es sabido de todos que después de la implantación de dicho sistema por la Jefatura de tráfico el éxito ha sido considerable, es decir estamos hablando del castigo, como único sistema que funciona realmente. Por lo tanto y para terminar propongo una recogida de firmas para llevar al congreso la siguiente propuesta: La creación de un juzgado independiente y exclusivo de cualquier estructura judicial y política, que se ocupe en la instrucción y juicio posterior de estos..... señores....

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