sábado, 23 de junio de 2012

Mineros versus periodistas

Observando desde hace algunas semanas las protestas que los trabajadores del sector de la minería llevan a cabo para tratar de defender sus puestos de trabajo, como periodista, me da cierta envidia sana. No es cuestión de entrar en si el carbón es rentable, tiene o no fecha de caducidad o en el paso que nuestro país debe dar para apostar por otras fuentes energéticas; es evidente que la drástica medida del Gobierno de retirar las ayudas rompiendo el calendario establecido y sin respetar las acciones paliativas previstas, ha encendido la mecha. Pero, qué diferencias hay entre la situación de los mineros y los periodistas. 

Ellos trabajan desde hace muchos años en condiciones duras, muy duras, a pesar de que su régimen jurídico laboral ha mejorado de forma ostensible en estas décadas. No envidio su puesto de trabajo, aunque sí los sueldos percibidos, o los horarios.

Nosotros, los periodistas, vemos y padecemos el deterioro del sector con una única opción de futuro, mejor dicho dos: reciclarnos para dirigir nuestra carrera profesional a otros campos o pasar por el aro y ceñirse a lo que manda el patrón a cambio de cuatro duros (perdón, por ahora, euros) y sin posibilidad de rechistar, que viene el hombre del saco disfrazado de reforma laboral.

Por estos motivos, me dan envidia sana. Los periodistas acumulan experiencia, preparación (estoy generalizando, evidentemente) y una dedicación que no tiene reflejo en todo lo que a cambio perciben (tanto desde un punto de vista salarial, como de derechos en general). 

Sin embargo, a pesar de las condiciones que soportamos desde hace demasiado tiempo, a lo más que hemos llegado es a reclamar que sin cobrar no trabajamos (¡pedimos esto en pleno siglo XXI!) o que sin periodismo no hay libertad/democracia (Idem); también últimamente nos desahogamos a través de blogs como éste.

Por su parte, los mineros se unen, marchan, protestan y reclaman lo que alguien en su momento negoció y fue aceptado por la clase política, la misma que, ahora mismo, echa por tierra lo pactado. Nosotros, por el contrario, no marchamos, protestamos o reclamamos y ¿por qué?. Básicamente porque tenemos el sistema y sus condiciones lamentables en la sangre, lo damos por hecho y sin reaccionar. Total, ¿para qué?.

Seguramente muchos, o los pocos que lean esto dirán aquello de que "ya están estos mirándose el ombligo", y a lo mejor tienen razón. Sin embargo sólo me hago una pregunta: ¿Qué ocurriría si los periodistas, que no los medios, decidieran un día decir de verdad: hasta aquí hemos llegado. Mañana no hay radios, televisiones y periódicos? Mucho me temo que se trata de una pregunta retórica ante la que no ofrecemos una respuesta, únicamente nos encogemos de hombros.

Los mineros continuarán con su protesta, buscando defender sus derechos. Nosotros hablaremos sobre ellos en sitios como éste o nos limitaremos a informar de sus movilizaciones, observándolos con cierta envidia. Ojalá algún día tomásemos ejemplo.

 

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