El otro gran acontecimiento de estas vacaciones han sido... ¡Los
chicles! Con ella habíamos llegado al acuerdo tácito de no recurrir a
ellos hasta que cumpliera los 4 años pero... He de reconocer aquí mi
error al dejarme llevar por la ilusión del viaje a la 'tierriña' y
volver a ver a la familia. Al final me comprometí con Paula a que podría
probar su primer chicle cuando, de camino a Galicia, hiciéramos un alto
en el camino. ¡Qué gran idea la mía!
Normalmente, en un viaje en coche de más de tres horas, la pequeña tenía la sana costumbre, tanto para ella, como para nosotros, de echar una cabezadita de unas 2 horas que iniciaba nada más comenzar el viaje. Sin embargo, tras mi compromiso, Paula no hizo ni un intento de siesta en dos horas y media: ¿Papá cuándo paramos? ¿Papá, falta mucho para parar? ¿Papá, has traído los chicles?.
Normalmente, en un viaje en coche de más de tres horas, la pequeña tenía la sana costumbre, tanto para ella, como para nosotros, de echar una cabezadita de unas 2 horas que iniciaba nada más comenzar el viaje. Sin embargo, tras mi compromiso, Paula no hizo ni un intento de siesta en dos horas y media: ¿Papá cuándo paramos? ¿Papá, falta mucho para parar? ¿Papá, has traído los chicles?.
Así que, sin siquiera esperar a que el coche
entrara en reserva y aprovechar la parada para repostar, ir al servicio,
tomar un café y fumar un cigarro (o un paquete) como suelen hacer los
padres precavidos y pragmáticos, en esta ocasión la pausa viajera tenía
otro objetivo: el primer chicle en la vida de Paula (y dejar de lado la
repetitiva pregunta acerca de la próxima parada)
Como es
lógico, de este evento también hay pruebas gráficas. Y como soy un padre
moderno y el compromiso de la goma de mascar se prolongaba al período
del descanso en un pueblo perdido de la Castilla profunda, en esos
arrebatos propios de quien piensa más en las vacaciones que en otra
cosa... decidí anunciarle a mi hija que en la próxima parada podría
mascar de nuevo... El hombre es el animal que tropieza dos... Ya se sabe
como termina. En este episodio de otra experiencia nueva en la vida de
Paula solamente había una condición, como en el caso de los Gremlins y
el no darle de comer más allá de medianoche: no tener chicle en el coche
por si Morfeo hacía acto de presencia. Como unas vacaciones dan para
mucho, también dieron para que un día Paula se quedara dormida en el
coche con un chicle en la boca y... bueno, esta es otra historia en la
que es mejor no entrar.
Sobra decir que durante las
vacaciones, en la playa, en la piscina, en el campo, en la ciudad, antes
y después de desayunar, comer, merendar o cenar, Paula pedía su chicle y
como solo obtenía como respuesta una negativa... aparecía el monstruo
que yo había creado; eso sí, el mejor monstruo del mundo, que para eso
es mi hija.
En definitiva, casi dos meses y medio de
asueto escolar dan para mucho pero creo que estos dos ejemplos sirven
para ilustrar bien este nuevo período en su vida y en las nuestras. Son
solo dos supuestos reales con los que, además, muchos padres se sentirán
identificados, aunque sus pequeños no tendrá el arte, la magia, la
clase de Paula a la hora de montar en los cachivaches, llorar cuando se
le dice que ha sido suficiente, mascar chicle, llorar cuando no se le
permite, cantar como los ángeles, llorar cuando se le explica que es
mejor que le den billetes a monedas de color cobre...
La
conclusión es que el 'asilvestramiento' es uno de los estados a los que
llegan los niños cuando llega septiembre y han disfrutado de sus
primeras vacaciones escolares. Faltan solo unos días para que arranque
de nuevo el 'cole'. Y no seré yo de los que digan que es demasiado largo
el asueto, ni mucho menos, pero ¿por qué no se retoman las clases el
primer día laborable de septiembre? Y que conste que solo lo digo como
aportación, por aquello de hacer cuadrar el curso con los meses
naturales, nada más.
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