miércoles, 20 de febrero de 2013

Aurelia y los herederos de la 'señorita'

Durante toda tu vida te has dedicado a limpiar en casas de gente pudiente, a cuyas propietarias has seguido llamando, cada vez que te cruzabas con ellas por la calle, "señoritas", algo que a nosotros, tus nietos, siempre nos ha parecido deleznable, aunque fuera sólo por una razón de edad; nos enfadábamos contigo porque directamente no entendíamos esas reverencias verbales. Era inútil. Te habías criado en un tiempo, en una época en la que las castas existían y los poderosos lo eran per saecula saeculorum. Al final dejábamos de lado el reproche porque comprendíamos que hay cosas que no cambian. Llegamos a incorporar el término 'señorita' a nuestro vocabulario para referirnos a las integrantes de esas familias prominentes. Evidentemente, la reverencia la sustituimos por el sarcasmo.

Has vivido siempre en la misma casa. En ese hogar en el que has criado a tus hijos con un sueldo 'cativo' que compensabas con mucho amor e ilusión. Al llegar a la jubilación la paga apenas te daba para sobrevivir, en ocasiones prácticamente no te alcanzaba para cubrir el alquiler de ese hogar que nunca ha sido tuyo pero como si lo fuera. Las estanteas llenas de fotografías, las figuras que decoran los muebles de siempre, los sentimientos que guardas con cerrojo en cada habitación... en fin, los recuerdos que pesan más que una escritura de propiedad. Es verdad que la 'señorita' dueña del piso es de una familia importante de la ciudad y que siempre te ha tratado bien, aunque también es cierto que nunca has fallado en el pago de esos ciento cuarenta y pico euros por el arrendamiento. Pero la vida da golpes a la cartera que a veces lo descuadran todo, y eso que no tienes coche o vicios que te hagan derrochar, salvo el cuponcito de los ciegos que compras con la esperanza de que algún día te toque para... ayudar a los tuyos. 

¡Ay, abuela! Cómo se te nota la decepción en la cara arrugada. Es verdad que la gente, que tus vecinos, personas a las que no conocías, políticos que sólo habías visto por televisión, los bomberos... todos te han demostrado que el ser humano no está perdido, que hay esperanza, que todavía quedan buenas personas en el mundo, en la ciudad, en la aldea, en la calle... Pero la señorita, te ha decepcionado, ¡pues claro!. Ya te lo decíamos nosotros, tus nietos. No te fíes, que la bondad de la 'señorita' desparece cuando te retrases en el pago. Además, sus herederos, los malditos herederos de siempre, quieren más. Lo que a ti te parece una millonada, esos ciento cuarenta y pico euros, ellos se lo gastan en una mariscada y ahora quieren que el ácido úrico les salga por las orejas. ¡Ya sabes, son cosas de los ricos!

Tu casa, desde hace unos días, es más tuya y menos de ellos. Es verdad que tienes las de perder porque los herederos de las 'señoritas', siempre los herederos, han esperado al momento justo; han visto el negocio de los alquileres, es decir, vivir con lo que ha dejado papá y sin trabajar, que es así como se marcan las diferencias sociales. 

¿Sabes una cosa Aurelia? Cuando tengas que irte no te faltarán hogares a los que ir... Sí, ya sé que tus recuerdos se quedan en esa vivienda, en tu hogar sin escritura de propiedad. Pero la vida es así, triste, dura, amarga... hasta que a tus 85 años la gente, tus vecinos, personas que están a cientos de kilómetros de distancia te demuestran que la vida en ocasiones también guarda cosas buenas. 

Piensa que esos herederos, siempre los herederos, persiguen el dinero fácil. Imagina abueliña con qué rostro se quedarán aquellos que, en unos meses, cuando tú ya no estés en el piso, y entren en él para alquilarlo se den de bruces con tus recuerdos. A lo mejor tendríamos que poner un cartel en la puerta, para que se vea bien, al estilo de los alcaldes cuando inauguran algo, en el que se lea: "Aquí está el hogar de siempre de Aurelia. La desahuciaron por marisco las 'señoritas' y los herederos de las 'señoritas'".

*Aurelia no es mi abuela, no sé si era limpiadora (la mía sí) o si tiene familia, pero podría serlo... Y la tuya.

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