miércoles, 8 de enero de 2014

El día de Reyes, Princesa, Paula y papá no está a la altura

Y se acabaron las vacaciones de Navidad ¡Bendita Navidad! que dirán algunos pero para un servidor, debe ser por la edad o porque sí, estas fechas "tan señaladas" ya no están marcadas en rojo en mi calendario. Entiendo que en el de los actuales mandamases sí, por aquello de las contrataciones o el aumento del consumo, "síntoma inequívoco de que empezamos a remontar la 'herencia recibida'", pero sobre todo comprendo que a mi hija las dichosas fiestas le sienten bien. Por primera vez, y esto lo digo desde el remordimiento más extremo, ha adquirido sentido para mí esa frase que tanto había escuchado con anterioridad a amigos con hijos (ante la que yo respondía con un "...vamos hombre, no será para tanto"), antes de iniciar yo mismo esta andadura vital, e incluso a mis padres: ¡Qué ganas de que empiece ya el colegio! 

Son de esas cosas que recuerdas aunque otras, repetidas hasta la saciedad por tus progenitores, ni siquiera se asoman a la parte del cerebro que rememora acontecimientos pasados. Bueno, para ser sincero, ahora que he adoptado el papel protagonista de padre, de repente muchos de esos consejos, recomendaciones o reprimendas paternas afloran.

En mi descargo, he de decir que estas semanas en Galicia se han parecido a una especie de terapia hogareña. Ciclo génesis explosivas, frentes, lluvias intensas, vientos huracanados y demás fenómenos meteorológicos adversos han sido el pan nuestro de cada día. Es verdad que soy de los que siempre utiliza el argumento de "para que todo esté tan verde, hace falta agua, mucha agua". Sin embargo, creo que esta vez, hasta lo verde acabó en cierta medida harto de tanto líquido elemento. 

Han sido unas navidades extrañas, pero esta parte me la salto porque ¿para quién no? Sin embargo, Paula, que hoy ha retomado su formación escolar, ha disfrutado como lo que es. Sin duda, el episodio de Princesa (no me refiero a las de la familia real que ahora mismo están metidos en líos de imputaciones y empalm..., dejémoslo ahí) ha marcado y marcará nuestra existencia. La periquita se ha adaptado a su nuevo hogar aunque hemos tenido que comprarle una nueva jaula (made in China nueva) porque con la que había llegado de la mano del gordo del traje rojo con la intermediación de sus abuelos (todavía nos acordamos de ellos), por sus características, podría provocar cierta locura al pájaro en cuestión, según leímos en una interesantísima web centrada en esta especie (ver vídeo que lo demuestra: periquito hámster).


Al margen de esto, el otro día grande ha sido el de Reyes. La cara de la pequeña Paula, a pesar de lo dicho sobre el colegio, ha reflejado a la perfección todo lo bueno de estas fechas. No voy a entrar en detalles. Solamente diré que su expresión fue una mezcla de cosas buenas. Y aseguro que no tiene que ver con los regalos, porque la situación no está para tirar cohetes (más bien para petardos y del todo a cien), pero da igual. Ella es capaz de valorarlos como si de los mejores del mundo se tratase, lo que demuestra que la tontuna de nuestros hijos es producto de la idiotez de nosotros, los padres, y no solo en relación a los regalos

He de reconocer que el que no estuvo a la altura de las circunstancias el día de autos fui yo. No sé por qué motivo pero, supongo que la edad empieza a jugar sus bazas, me pasé toda la jornada como si de un abuelete se tratara ¡Y a dios pongo por testigo que no fue producto de los excesos espirituosos de la noche anterior, porque no los hubo!

Para otro momento dejo la cabalgata de Reyes que fuimos a ver la víspera. Un monumento a la religión, con imágenes propias de Semana Santa y speaker eclesiástico para animar la espera, incluidos. Es verdad que lo de los Magos de Oriente viene de donde viene, eso no lo puede negar nadie, pero esto no lo había visto yo desde... nunca. Me comentaron algunos lugareños que antes era como en todos (o casi todos) los sitios, es decir, centrada en los más pequeños. Debe ser que somos malos padres porque la pequeña Paula, al acabar el desfile con romanos y todo, puso cara de que no le había gustado tras preguntarnos si había concluido la "cagalbata"

Menos mal que los nervios por la llegada de los Reyes esa noche enseguida le hicieron olvidar la decepción. 

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