martes, 24 de diciembre de 2013

Y ahora, hija, disfrazan de modernidad la vuelta al pasado

¿Sabes hija?, a lo largo de este tiempo y a través de esta bitácora, he tratado de describirte qué sucede en este mundo al que llegaste hace tan solo cuatro años. Es verdad, y en este punto debo pedirte disculpas, que en más de una ocasión lo que debería ser una especie de 'hoja de ruta' de un papá cualquiera, en este caso el tuyo, se ha convertido en algo así como un confesionario en el que he tratado asuntos que, por lo menos de forma directa, poco o nada tienen que ver contigo y sí con, por ejemplo, la política.


En mi descargo he de decirte Paula, y esto lo comprenderás cuando comprendas, que más de una vez esos asuntos sobre los que divago tienen que ver con aspectos de la vida cotidiana porque en otros tiempos, eso que llaman política, estaba íntimamente relacionada con nuestra existencia. Parece que en los últimos tiempos la brecha entre ese mundo, el de la política, y el real se ha agrandado de una manera más que preocupante.

De lo que hoy te hablo guarda relación directa con ese alejamiento y contigo, como mujer. Todavía es pronto para que comprendas lo que está ocurriendo pero yo, por si acaso, dejo constancia de que alguien, apoyado en una ideología reaccionaria y marcada por los sectores más ultras de eso que se ha dado en llamar iglesia, ha cercenado tus derechos como mujer. Muchos dirán que gracias a no haber ejercido esos derechos tú estás hoy con nosotros. A esos, los retrógrados de los que te hablaba antes y que además se autodefinen como liberales, simplemente les contesto que, precisamente, ahí está la clave: la libertad de la que, hasta ahora, gozaban personas como tu madre para tomar una decisión tan importante. Esos mismos que tratan de justificar lo injustificable, de manera torticera transforman un derecho en una obligación.

Es inútil hacer entender a alguien cuyo cerebro pesa menos que su ideología, o que esta manda más que el sentido común, que la decisión que acaba de adoptar se refiere, en realidad, a un recorte de derechos que afecta de forma directa a las mujeres. Desde que en este país, un militar, gallego como tus padres para más señas, instauró una dictadura cargada de miserias que trasladó a (casi) todos los ciudadanos y, en especial, a las mujeres, nadie se había atrevido a dar un salto hacia atrás como el que se acaba de dar ahora. 

Todavía eres muy pequeña pero, como mujer, esto te afecta desde tu llegada a este mundo tan injusto. Cuando empieces a entender con el sentido común perfectamente en guardia, serás consciente de todo esto. Espero que a esta nueva normativa, a pesar de que su impulsor le busca un disfraz de modernidad, alguien le dé de verdad esos aires de siglo XXI que le corresponden, siguiendo los parámetros que ahora mismo otorgan a una materia tan sensible como esta los organismos internacionales. Me gustaría que cuando alcances esa racionalidad en todo su esplendor, lo hagas con leyes acordes a los tiempos, normativas que de verdad defiendan y protejan tus derechos como mujer con independencia de poderes externos que nada tienen que decir al respecto. 

Hija mía, aunque esto será cosa tuya, deseo que cuando llegue el momento de que con tu voto también influyas en el devenir de tu país, la clase política solo tenga como única intención trabajar por y para la sociedad que le ha tocado gobernar. 

Ahora mismo no nos encontramos en este estadio. Lo más grave de todo esto que sucede, lo que impulsa la adopción de medidas como esta de la que te hablo, es que el atraso disfrazado de modernidad responde solo a conservar un puñado de votos con el objetivo de mantenerse en el poder a costa de lo que sea. Paula, toma nota. 

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