jueves, 17 de octubre de 2013

Conflicto en la piscina ¿La nueva Mireia Belmonte?

Estas cosas suceden y a medida que tu hija se hace mayor, con más frecuencia. Me refiero a esos pequeños conflictos, tonterías que uno diría si no se tratase de su pequeña, que conducen en ocasiones a situaciones verdaderamente tirantes con tu mujer, con tus convicciones, con las personas que están enseñando a la niña teatro, gimnasia, inglés o lo que sea, con tu propia hija, con el mundo en general...

No es cuestión de exagerar, pero exageramos. Tal vez es mentira eso de que nuestros padres, cuando éramos pequeños, no nos protegían tanto. O a lo mejor es verdad y ahora, en nuestro rol de padres modernos, adoptamos una actitud un tanto protectora de más... No creo. Lo que sucede es que somos muy responsables.

El conflicto tiene que ver con la piscina, con las clases de natación o, mejor dicho, con las de aprender a nadar, a las que asiste Paula. La pasada semana, según me ha contado su madre muy preocupada, la pequeña vivió un episodio nada agradable: ¡Vomitó en la piscina!

Lo primero que yo pensé es, "vaya. Menuda la que habrá liado con... eso flotando en el agua...". Es el pensamiento de un padre verdaderamente responsable. En mi descargo he de decir que no estaba presente y cuando mi hija llegó de esa clase estaba en perfectas condiciones físicas y psicológicas, o lo que es lo mismo, se fue a jugar con sus amigas. Así que cuando su madre comenzó el relato de los hechos mi imaginación me hizo escuchar con una mueca de repugnancia en los labios.

Lo acontecido se resume en que Paula tragó agua y, como si de una fiesta con botellón se tratara, el espacio que el líquido elemento pasó a ocupar en su pequeño cuerpo provocó algo similar a una reacción en cadena. Causa/efecto que diría el científico español desde Alemania. Lo demás... ya lo he descrito más arriba y sobran comentarios y recreaciones varias. Este fue el episodio; sus consecuencias, sin embargo, nos han llevado a reflexionar acerca del cuidado que reciben nuestros hijos en esas instalaciones que, por lo visto, ¡carga el diablo!

Como es evidente, a raíz de lo narrado se ha abierto un debate familiar en casa: ¿Corre peligro Paula en la piscina? ¿Deben cambiarla de grupo y ponerla con los de su edad? ¿Es mi hija un portento de la naturaleza y en realidad está explorando nuevas formas de entrenamiento pensando en Madr... quiero decir Tokio 2020 o Madr..., perdón, (la ciudad que sea 2024?). 

La primera pregunta tiene una respuesta obvia. NO. Confío en la preparación de las personas que están con ella. Además, los monitores están ojo avizor porque si existiera algún riesgo, los padres que observamos desde la cristalera del piso superior las evoluciones de nuestros vástagos, saltaríamos cual superhéroe, atravesando el cristal (que debe ser blindado) y acudiríamos al rescate. Eso sí, al sufrido monitor... le caería... una reprimenda de primera (ya me ha recriminado Paula en alguna ocasión que hay que pedir las cosas por favor).

En cuanto al cambio de grupo, que es lo que finalmente ha sucedido, parece lo más lógico y no requiere de más detalles, aunque me surge una duda. Si confío en los monitores ¿ha tenido que beberse mi hija la mitad de la piscina para que ellos se hayan percatado del asunto? 

Y ahora vamos con lo que yo pienso. Lo he dicho en más de una ocasión. Paula es lista (¿Aún no he comentado que es la más inteligente?) y tal vez, desde sus cuatro años recién cumplidos piensa ya en el futuro y se prepara para ser una especie de Mireia Belmonte. No pienso esto por ser su padre, ni mucho menos. Es una realidad que constataremos con el paso del tiempo y entonces... vendré aquí y repasaré algunos de los comentarios que hacéis (que aunque no los escribís, sé que los pensáis). 

Desde mi punto de vista, y debido a que en casa el deporte gusta y mucho... por televisión, últimamente ha sido testigo de los éxitos de las españolas en natación sincronizada y ha decidido imitarlas. Yo, sin embargo, apuesto más por otro tipo de disciplinas en el agua, pensando en su futuro y en las becas porque como están las cosas, al final, los estudiantes recibirán ayudas si destacan en el juego de la petanca y han hecho la Primera Comunión y la Confirmación porque disponer de un expediente académico sobresaliente pasará a un segundo plano. ¡Es la Marca España del futuro/presente! que diría algún gurú de la comunicación. Además, de este modo, no volvería a vomitar. Lo dicho, mi pequeña es buena en natación, pero ella disimula. 

La bicicleta sin 'ruedines' de Paula
Recuerdo cuando yo jugaba al fútbol y era tan bueno que, siendo mi padre presidente del club (que nadie piense que soy hijo de un potentado, era de un equipo modesto de Pontevedra), siempre jugaba en mi categoría en el equipo C (siendo esta letra la que marcaba mi nivel, ya sabéis: A=buenos, B=ni fu ni fa, y C=..., C=los que no le daban al balón con la cabeza porque estaban estudiando). Mi padre sí destacó en el deporte por eso creo que Paula lo lleva dentro y triunfará.

Por cierto. Ahora estamos analizando también las posibilidades de nuestra hija con una bicicleta sin 'ruedines'. Como ya he señalado, somos modernos y optamos por no utilizar este tipo de apoyos, como hacen en Holanda. A veces me pregunto qué tenemos en común con los holandeses pero... Se la ha regalado por su cuarto cumpleaños su abuela. La probó el mismo día... y no la ha vuelto a coger. 

Creo que también analiza sus posibilidades futuras en el mundo de las dos ruedas. Esta es otra historia de la que, si me apetece o me dejan, iré informando.

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