lunes, 22 de abril de 2013

El caciquismo y la herencia gallega

Uno de los programas estrella de la televisión actual, Salvados, dirigió ayer su foco hacia Ourense, el reino del autodenominado 'cacique bueno'. Por una parte la periodista de El País, Cristina Huete, desgranando algunas de las ingeniosas infraestructuras del irrepetible José Manuel Baltar, así como las contrataciones de seres queridos de él o de su partido; por otra, el sucesor de José Manuel Baltar, del mismo nombre con el segundo apellido para distinguirse de su padre, haciendo alardes de comunicación verbal propia de asesores pagados a golpe de talonario (el mejor lo tiene en su propia casa), con una mezcla de colegio de pago, pero sin poder disimular el ramalazo dictatorial de sus palabras (son de esas cosas que uno aprende gracias a la educación paterna). 

Las redes sociales eran ayer un hervidero. Con la vista puesta en Galicia muchos empezaron a llevarse las manos a la cabeza (en sentido figurado) preguntándose cómo es posible que esto ocurra en toda una provincia. 

Sinceramente, digamos que 'algunos' gallegos se habrán quedado como yo, es decir, como si lo que nos estaba contando el programa de ayer por la noche no nos resultase nada desconocido. En aquellas tierras, por desgracia para los jóvenes, durante décadas (y después de la gran emigración de los 60 y 70), no ha habido esperanza de trabajo. A lo largo de todos los años de democracia, en Galicia a la sombra de Manuel Fraga se generó una especie de estado paralelo donde el nepotismo ha campado a sus anchas. Las oposiciones a la Xunta de Galicia o a los Ayuntamientos a lo largo de muchos años se han jugado en despachos y el padrino era el que determinaba quién sí y quién no. En todos estos casos hay que tener en cuenta que siempre, siempre, las cosas se hacían con una contrapartida para el benefactor. Un caso real es el de dos pueblos de la provincia de Pontevedra, gobernados ambos por el PP. En el primero se presenta a una oposición la hija del alcalde del segundo, mientras que en este lo hace la primogénita del regidor del primero. Ambas, como era lógico, aprueban y pasado el período correspondiente y por esas políticas que permite la administración ejecutaron una especie de permuta y pasaron a trabajar cada una bajo el ala protectora de su papá. ¡Es que en Galicia... la Familia es la familia! Y qué decir de las diputaciones provinciales. En alguna, la muerte del padre suponía la entrada del hijo cuyos méritos era... ser hijo del fallecido; una especie de beneficencia mal entendida a la que únicamente faltaba besar el anillo.

Todas estas cosas se denunciaron. Sin embargo, Fraga (de quien era muy conocido su 'buen' humor) fiscalizaba todo y la prensa gallega ha sido una de las más controladas. Por eso, casos como los descritos tuvieron su intento de publicación, pero no pasaron de eso. En cuanto a las denuncias ante los tribunales, la Justicia, sorprendentemente, casi siempre se han puesto de parte de la administración

El cuñado de Rajoy
Galicia durante décadas ha sido una especie de capital del nepotismo, no en vano, don Manuel, con mano en Madrid, era y ejercía como gallego. Sus decisiones rozaron al actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en un caso que salpicaba a su cuñado. El familiar en cuestión llegó a la Dirección Financiera de la ruinosa Cidade da Cultura de Santiago teniendo en su haber como experiencia una beca en una Fundación (de la Xunta) y trabajar en la administración del servicio de recogida de basuras de Pontevedra para Dragados.

Estas cosas salieron a la luz pública ¿y qué? Cuando sucedió lo del Prestige muchos pensaron que ahí se produciría el final del reino fraguiano. Una vez más se equivocaron. La gestión de ayudas a afectados y no afectados (no recuerdo tanta rapidez en la preparación y repartición de subsidios, ayudas, etc, en supuestos de catástrofes) fue tan importante que, una vez más, Don Manuel ni siquiera se inmutó en las elecciones municipales celebradas solo unos meses después y su partido volvió a ganar.

Hay quien dice que las cosas, con el nuevo equipo de Núñez Feijóo, han cambiado y no lo pongo en duda. Sin embargo, se trata de sentimientos, formas de ser (obligadas siempre por ese espíritu cuasi servil), idiosincrasia o qué se yo que parece que está inoculado y sólo te liberas cuando abandonas la tierra para buscarte la vida por no pertenecer a familias con apellido prominente, parafraseando a Fraga.  

Esto era Galicia. Caciques buenos y malos; nepotismo o enchufismo; reverencia al patrón; obediencia a la iglesia; familias genéticamente superiores... Como decía anteriormente algo se ha evolucionado aunque lo principal es que ahora se sabe que comportamientos así se dan también en otros lugares. ¡Para que luego digan! Los gallegos somos capaces hasta de exportar la gestión caciquil al resto de España. Eso sí la caciquil 'buena', que la mala ya no nos interesa. Para que luego hablen de herencia recibida.
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