jueves, 20 de marzo de 2014

El Día del Padre, estilo Paula

Hacía tiempo que no me pasaba por esta ventana pero la ocasión, como dice el refrán, la pintan parda. El Día del Padre, que gran celebración, pero qué devaluada... cuando tu niña 'ya es mayor'. Recuerdo cuando estaba en la guardería, o escuela infantil como dicen ahora los modernos, y con motivo de esta fiesta me traía su regalito.

En esta ocasión, hasta la pequeña Paula sufrió un lapsus antes de ayer a la salida del cole.

- Papá, ya sé lo que le voy a regalar a mamá mañana.
- Paula. Mañana es mi día.
- Ah, es verdad, bueno pues lo que te voy a hacer a ti. Un dibujo de una princesa por un lado y un coche para ti por el otro. 

No seáis mal pensados. No es que mi hija 'tire' más hacia su madre. Simplemente tuvo un pequeño despiste. Eso es lo que pienso yo y seguro que es así.

Llegó el día de autos. Y efectivamente, Paula me regaló lo prometido... con un cambio. Princesa por una parte del folio y helicóptero por la otra. Parece ser, según me explicó, que la plantilla de los coches estaba muy solicitada. Le dije que no importaba ¡A quién no le gusta tener un helicóptero en su vida! Además, sinceridad ante todo.

Tengo que aclarar que nuestra familia de tres más una (la periquita Princesa de la que hablaré próximamente) no está incluida en el 10% de personas a las que la crisis en este santo país no solo no ha tocado, sino que ha beneficiado. Digamos que no estamos atravesando el mejor momento económico, pero ante Paula da igual. Digo esto por aquello de las celebraciones.

Estas se limitaron a la tarta que más le gusta a papá (de galletas con chocolate) "que hice yo y me ayudó mamá" y al regalo sorpresa: una pulsera de gomas.

Los chinos que han desembarcado en España (¡Qué grande y profético Verne cuando hablaba hace mucho, mucho tiempo de la invasión amarilla!) son muy listos. Esto de las gomitas para hacer pulseras es ahora la sensación. Paula no tenía pero como quería hacerme una, allá se fue con su madre a recorrer todas las tiendas de chinos (antes llamadas de todo a cien) y solo en una no estaban agotadas.

- Tenéis gomas para...
- !OH! agotadas. Muy agotadas. La tarde buscamos más. Todos quieren.

Al final, mi mujer, que es más lista que el hambre (como casi todas las mujeres) consiguió las dichosas gomas para hacer pulseras. Incluso le dio tiempo para un análisis de precio, ganancia bruta e inflación.

- ¿Sabes? Al principio de esta moda (hace tres semanas) costaba cada bolsita 0.60. Ahora han subido ya a 0.90 ¡Pero yo las he encontrado a 0,70! 

Regulación y control de precios. Sí señor.

Al final, Paula me hizo la pulsera que, como podéis ver, es amarilla y verde. Discreta cien por cien.

- ¿Y por qué de esos colores, hija?
- Porque me gustan
- Pero si el regalo es para mí, podrías haberme preguntado. 
- No. Porque la he hecho yo.

Contundencia y determinación y si no te gusta... no lo digas.

Un día sencillo el del Padre. También me obsequiaron con ropa para hacer deporte e intuyo que tiene que ver con que madre e hija consideran por su salud y la mía que debo retomar otra actividad que está muy de moda entre los modernos: el running.

¿Y si en realidad Paula me hizo la pulsera con esos colores tan... tan... fosforitos para que me vean los coches cuando salgo a correr de noche? ¡Qué hija más lista tengo!

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