sábado, 1 de diciembre de 2012

La puta soberanía

En los últimos meses, bajo la manida frase de "contamos con el apoyo de los españoles, a través de la soberanía que nos otorgaron en las elecciones", se han puesto en marcha medidas gubernamentales a nivel estatal, regional y local que rompen con estruendo la definición del término que la historia ha ido forjando a lo largo de los siglos, con pasos hacia delante y hacia atrás.

Según el Título Preliminar (artículo 1, apartados 2 y 3) de nuestra Constitución (esa que es como el catecismo, en realidad era porque tras lo de la burra, únicamente no cabe modificación alguna en nuestra Carta Magna, ¡hay que joderse!): 2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado; 3. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria.


Suena a cachondeo porque, visto lo visto, hemos pasado a una situación en la que la soberanía nacional ha pasado directamente al Parlamento, bajo la mirada cómplice de todos nosotros, los ciudadanos, que hemos permitido todo lo ocurrido hasta ahora, como si de una mala película se tratara. Sin duda, estarían hoy muy contentos aquellos que en el siglo XVII hacían la correlación de soberanía (soberano) con el poder absoluto, grosso modo.

No es incierto, como no se cansan de repetir los políticos, en especial del Gobierno, que están ahí porque los españoles les han dado su apoyo, pero tampoco lo es que tengan carta blanca para hacer lo que les da la gana amparados en un interés general que empieza por su interés particular/partidista/ideológico. Una vez que este se sitúa en el lugar que desea el poseedor de la soberanía, entonces piensan (que no actúan) en el interés de la generalidad (que no Generalitat, que eso también llegará, y si no tiempo al tiempo con esas relaciones políticas que no entiende ni Dios).

La soberanía, desde hace ahora un año, la utilizan como un cleenex para limpiarnos las lágrimas cuando nos hechan del trabajo con una mano delante y otra detrás, cuando nos roban nuestras casas un grupo de banqueros que también utilizaron ese término para justificar desmanes y ahora recurren a él para que les salvemos de la horca económica (ahí sí que recurren a la definición de soberanía nacional en sentido estricto: para sacarnos los cuartos), cuando nos desmantelan nuestros hospitales o nuestros colegios, cuando nos quitan derechos que costaron sangre y sudor a nuestros padres y abuelos...

Es curioso cómo han sido capaces de poner de acuerdo a una sociedad con diferentes ideologías para decirle a esta clase política que ya está bien.¿Y por qué? Basta echar un vistazo a la realidad de la marca España, del día de a día de cualquier ciudad o pueblo de este país. Es suficiente con mirar a los ojos de las personas, de nosotros, para percibir cómo están las cosas y cuáles son las consecuencias de esas políticas 'salvadoras'. Han prostituido un término que debería ser el garante de nuestra sociedad y lo han convertido en la 'puta soberanía'.


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