domingo, 2 de diciembre de 2012

Dos entrevistas frente a 30 años del primer 'felipismo'

La conmemoración de los treinta años de la llegada del PSOE de Felipe González al Gobierno ha permitido ver en Madrid a la mayoría de los que componían su vieja guardia pretoriana. Muchos, o algunos de esos barones, respaldaron al expresidente nueve años antes de aquel triunfo de 1982, en Suresnes, en lo que supuso el cambio ideológico y de rumbo de un partido que buscaba dejar atrás un programa que se había quedado desfasado con el fin de poner los mimbres para afrontar los cambios que la sociedad española ya vislumbraba. 

Las alusiones, implícitas y explícitas, a aquel instante histórico de hace 30 años por parte de González y de otros renombrados socialistas, parecían perseguir un recordatorio al estilo de "cualquier tiempo pasado fue mejor", pero sin hacer alusiones a la necesaria renovación que en la actualidad precisa su partido. Llama la atención que para hablar del futuro, para aludir a la manida recuperación de su identidad socialdemócrata, al final se recurra al pasado. ¡Qué diferente fue aquel 1974, con sus aires renovados y caras nuevas!, pensarán algunos.

Y entre tanto, el PP contraataca con las entrevistas a Aznar y Rajoy que publican El Mundo y La Razón, respectivamente. El primero regresa a la escena política con ese halo de mesías que no le ha abandonado desde que dejó la presidencia del Gobierno; el segundo ofrece pocas, por no decir ninguna, frases mínimamente aprovechables desde un punto de vista periodístico (basta con atender al titular que utiliza La Razón para ilustrarla). 


Más allá del contenido de ambas entrevistas, hay que decir que los asesores de comunicación de los dirigentes populares han buscado, a su manera, el contrapunto al acto de Felipe González. Simple pero en muchos casos eficaz. ¿Imaginamos un regreso de aquellas luchas verbales entre Aznar y González? Con seguridad muchos apelarían, según su propia ideología, a ambos para salir de la crisis. Sin embargo, para desgracia de nostálgicos y fortuna de nuevas generaciones, la solución no se alcanza con entrevistas e ideas propias de otras épocas partidistas; o sí, que hay gustos y opiniones para todos los gustos.

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