jueves, 12 de julio de 2012

De profesión político

Echando un vistazo a la situación por la que atraviesan los países cuya intervención ha sido reconocida oficialmente (Grecia, Portugal e Irlanda) la primera conclusión es que España respira el mismo aire económico contaminado. Las medidas adoptadas por imposición de la troika comunitaria no han logrado, hasta el momento, los resultados esperados. Nada nuevo en el horizonte puesto que muchos expertos internacionales, medios de comunicación influyentes de diferente ideología y algún que otro dirigente europeo ya lo habían advertido.

¿Conseguirá la economía hispana superar la crisis? Claro que sí, por narices, como decía aquel. El problema o la cuestión es si lo hará antes o después de 2020. Tras escuchar como el presidente del Gobierno leía ayer el macrodiscurso ante el Parlamento estoy seguro de que la improvisación de la que en su momento, y seguramente no sin razón, se acusó a su predecesor, también reina ahora mismo en la Moncloa. 

La puesta en escena no tiene desperdicio. Mientras MR se leyó de cabo a rabo lo escrito, equivocándose incluso donde había erratas (digo yo), la bancada azul, es decir, la del Ejecutivo, jaleaba sus anuncios. Llamativo fue el aplauso al anunciar el recorte de las prestaciones por desempleo. Indigna escuchar las palmas protagonizadas por un grupo de diputados de buche lleno con una medida de este calado. Me quedo con esto porque estoy seguro, en realidad lo sé, de que sus hijos, sobrinos y demás familia no forman parte de ese elenco de personas que con o sin estudios ven pasar los días buscando un trabajo que no existe. Patética su imagen porque entre los palmeros se encuentran personajes que no han dado un palo al agua en su vida, al margen claro está de lo de vivir bien a costa del contribuyente en puestos de 'responsabilidad' pública. 

Este es uno de los motivos que conducen a pensar que saldremos de la crisis, sí, pero gracias a los de siempre: el ciudadano. Estos políticos, tanto de la bancada azul, como de la de enfrente, arriba, izquierda y derecha, han perdido toda la confianza y si ellos no la tienen entre los españoles ¿cómo pretenden recuperarla a nivel internacional?

En la comparecencia de este miércoles el presidente del Gobierno, quien no lo hacía desde hacía semanas, resumió, cual buen alumno al que le ponen la tarea de hacer un trabajo antes de las vacaciones, el próximo sablazo al que nos va a someter. Si esto es de buen político, entonces algo está podrido en nuestras instituciones. Si el líder de la oposición es incapaz de despertar siquiera un poco de entusiasmo no ya entre los suyos (que se presupone pero no consigue), es que la clase política vive un momento crítico. Es cierto que hay otros representantes y que algunos de ellos ofrecieron alguna idea motivadora, el problema es que se cierran en una especie de ortodoxia que les hace poco apetecibles para una mayoría importante. 

En resumen, ¡pues claro que saldremos de la crisis! pero no gracias a esta clase política (su valía, o la ausencia de ella se extiende también a los ámbitos local y regional) sino a la ciudadanía. Entonces surge otras cuestiones ¿Hasta cuándo están dispuestos a aguantar los españoles este desaguisado? ¿Interesa a una parte o a las dos bancadas que todo esto degenere en enfrentamientos violentos en las calles para justificar según qué medidas?

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