sábado, 3 de octubre de 2015

Previa cumpleañera: ¿Por qué discutir con tu hija de 5 años (casi 6)?

Paula abre hoy sus regalos
Pues sí. Llegó el día. Paula está de cumpleaños. Seis para ser más exactos. He de confesar que se trata de una cifra que a mí me provoca cierto mareo. Es algo así como una barrera a franquear desde un punto de vista psicológico paterno. No sabría explicarlo y ni siquiera estoy seguro de que sea una sensación que le haya pasado a algún otro colega en esto de las funciones parternales.

Pero es verdad. Mi pequeña cumple 6 años, es ya una alumna de primero de Primaria, es toda una señorita... muy protestona y con capacidad para pensar cada vez más por sí sola. Hoy no voy a decir lo de que Paula es muy lista. No voy a caer en esas estrategias tan manidas desde las perspectivas de la comunicación y el marketing político y que tanto utiliza el Gobierno: se acabo la crisis, empieza la recuperación, sigue la recuperación, remontamos la crisis, dejamos atrás la zozobra económica, consolidamos España como motor europeo... sube el paro por segundo mes consecutivo, a la mierda la estrategia... que es lo mismo que "Paula es la 'más mejor' pero últimamente protesta más que Pablo Iglesias".


Es una fecha importante, por lo menos para mí. Además se da la circunstancia de que estos han sido un verano y un principio de otoño un tanto particulares por cuestiones que no vienen al caso, pero que de alguna manera han afectado a Paula.

Por ello quizá sea el año que mas se merece una fiesta. La del año pasado, que conté en esta bitácora, acabó con no sé cuantos niños metidos en casa... ¡Angelitos! Para este sexto aniversario, apelando a esa madurez de la que siempre ha hecho gala la pequeña en sus cortos seis años de vida (es muy lista, ya sabéis, vaya, lo he vuelto a decir), he tratado de reducir la lista de invitados, sobre todo teniendo en cuenta que a su clase del año pasado se han sumado cuatro nuevos alumnos, hasta alcanzar los 22 ¡Angelitos!

Ahora toca la tarea de convencer a la pequeña. Una ardua labor que se inició hace semanas con un objetivo claro: reducir por lo menos a la mitad el número de invitados. Para ello, como padre moderno que es uno, busco la explicación y la conversación con Paula.

- Paula, el año pasado ya lo hablamos porque comprobaste que era un follón invitar a tanta gente.
- ¿Y?
- Pues que para este cumpleaños deberías pensar en invitar solo a tus mejores amigos y no a todos los compañeros de clase.
- Pero es que todos son mis amigos.

En este punto, y cuando desde pequeña le hemos inculcado aquello de hacer amigos y no enemigos, su respuesta era esperada...

- No hija. Eso sabes que no es verdad.
- Ya papá pero a quién dejo sin invitar. Yo invito a todos porque son mis amigos ¿Cómo voy a dejar a alguno fuera?
- Paula solo te pido que pienses en lo que te digo.
- Vale papá, vale... Pero si no invito a todos ¿cómo se lo van a tomar los que no vienen?
- Pues hija, si no son tus amiguitos...
- ¡Amiguitos, amiguitos!
- No puede ser que todos sean tus mejores amigos pero si hay cuatro a los que conoces desde que empezó el curso.
- Muy bien, pues invito a todos menos a Juanito, Pepito, Jaimito y Josito (nombres figurados para no herir sensibilidades)...
- Pero vamos a ver Paula, dejas fuera solo a los nuevos. Parece que los señalas al ser ellos a los únicos que no invitas. No creo que les parezca muy bien.
- Claro, son los menos amigos.
- Ya hija pero eso no vale.
- Vamos a ver papá. Si solo invito a 5, 6 o 7 amigos, ¿cómo crees que se lo tomará el resto? Habrá más gente enfadada.
- Ya hija pero creo que sería lo más lógico...
- Claro, claro papá ¿Qué es mejor, que estén enfadados cuatro o más de la mitad de la clase?
- Bueno, hum..., visto así, pero...

Ahora vas, papá moderno, y vuelves a buscar de nuevo a tu hija. Todavía no hay nada decidido pero mucho me temo que al final, de nuevo, el día de la celebración me volveré por unas horas, un año más, seguidor de Herodes.

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