jueves, 15 de octubre de 2015

"Mamá, es lo que hay ¡Es Primero!"

¿Os acordáis de que en el anterior post ponía de manifiesto mi 'temor' ante los 6 años recién estrenados de Paula? Algo similar comenté al pasar a Primaria. Y como sucede en la vida, es decirlo y hacerse realidad, que en el caso de mi hija se traduce en una de esas conversaciones que me demuestran lo 'lista' que es y lo que cambian los tiempos. 

Tal y como lo narraría uno de esos nuevos expertos en periodismo televisivo, que de todo hay en la viña del señor, los hechos ocurrieron en el trayecto de regreso del colegio a casa, un momento en que Paula, si está inspirada, puede darte una lección sobre el cuerpo humano (está ahora con esto) o contarte con pelos y señales cómo se juega a no sé qué historia de vete tú a saber...

En esta ocasión iba con su madre. Es algo muy repetitivo porque tras la jornada escolar todo empieza con la misma pregunta. El final, con la pequeña, es impredecible, que para eso tengo a la hija más 'inteligente' del planeta.

- Bueno Paula, qué tal hoy en el cole.
- Bien.

Una contestación de este calibre significa: "mamá estoy cansada y no apetece un pelo ahora mismo contarte mi vida estudiantil". Pero ya se sabe que donde esté la insistencia de una madre...

- Bien, vale, pero qué has hecho hoy, ha pasado algo interesante...
- Pues que la 'profe' ha castigado a fulanita y menganita (dos de sus mejores amigas). 
- ¿Por qué?
- Porque se han peleado. Fulanita le 'dio un poco' a Menganita y esta se la devolvió.
- ¡Ay, hija! Eso de pegaros no está nada bien. No deberíais pelear.
- Mamá es lo que hay. Ahora estamos en Primero y pasan estas cosas...

Vamos a ver, muchacha ¿Cómo "es lo que hay"? Pero de qué hablamos. Tenéis que entender que a unos padres modernos como nosotros, una frase así nos golpea porque no entra en los planes paternofiliales del siglo XXI. Además, nos retrotrae a nuestra tierna infancia escolar, y en mi caso no hay coincidencia.

En el caso de Paula todo tiene una explicación y cuando la conversación no va por donde ella espera entonces te la da.

- ¿Cómo que "es lo que hay" y pasan estas cosas de pelearse?
- A ver mamá. Sí, es lo que hay. 
- Pero por qué tenéis que hacer algo así.
- Pues mamá, porque somos más niños en el recreo y nos peleamos.

Es decir, que todo es cuestión de número ¿Para qué buscar otra explicación? Sin embargo, el salto de Infantil a Primaria, además de por la cantidad de niños peleones en el patio, es radical en el fondo y en la forma, porque dos o tres días después, la modernidad paterna casi salta por los aires.

- Qué tal el día hija. 
- Bien.

Sí, ya, pero un bien que por el espejo retrovisor y tras un cruce de tu mirada con la suya, como es 'muy lista', te dice sin decirlo que "bien porque no te quiero contar lo que ha pasado pero te lo voy a contar porque es la leche..."

- No me creo que nada. No tienes esa cara. 
- Bueno sí.
- Pues cuéntame.
- Me, me, me han castigado dos veces

¿Cómo? Esto es nuevo. Mi hija castigada dos veces y en el mismo día... ¡Vamos hombre! Tras el escalofrío inicial enseguida pienso que tiene que ser un error de alguien.

- Pero Paula ¿eso es verdad?
- Sí claro. Me han castigado por portarme mal.

En ese momento, el retrovisor te devuelve una imagen 'crecidita' de tu hija de seis años. Paula sabe que me tiene a su merced, como una leona a su presa y lo demuestra mirándome a través del retrovisor con cierta sonrisilla en su cara, oliendo el miedo del padre fracasado.

¡Pero por dios, hija! No puede ser verdad. Me siento como pudo sentirse Aznar al leer la entrevista de Montoro. No obstante, soy consciente de que mi reacción no puede ser airada.

- Ya, y lo dices así... ¿Y solo te han castigado a ti?
- Noooo -de nuevo la sonrisa en su cara- siempre me han castigado con piiiiiiiiiii y poooooo.

¿Cómo que piiiiiiiiii y poooooo estaban metidos en el ajo? Claro, es lo que tienen los repetidores de 7 años. No voy a contar lo que se me vino a la cabeza en lo poco que quedaba de trayecto hasta casa (dos minutos). Sí puedo desvelar que fue algo así como cuando dicen que te vas morir y te pasan las imágenes de tu vida en unas décimas de segundo. En este caso, como si de una película se tratara, empecé observando a la pequeña Paula como una delincuente infantil, robando la merienda a los otros niños; una adolescente que no va a clase y se dedica a preparar oposiciones a nini... Menos mal que al final de esa concatenación de pensamientos me viene su imagen como concursante de Gran Hermano 28, y no sé por qué pero me tranquiliza. Al fin y al cabo, es un trabajo.

No voy a continuar con mis desavenencias mentales conmigo mismo. Lo único que tengo que añadir es que esa semana, el viernes, resulta que Paula se trajo la medalla al esfuerzo ¡Es que tengo a la hija más lista!

PD: Un día hablaré, con un rictus más serio, de la repetición de curso de niños de 6 años ¿Es de verdad necesario? ¿No hay riesgo de estigmatización? ¿Es consecuencia de modelos eductivos, de los recortes o de ambos?

PD2: También dejo pendiente otro artículo para el tema de los profesores que apuestan por la competitividad de los escolares desde bien pequeñitos ¿Es lo que queremos para nuestros hijos? Por favor, no confundamos las diferentes acepciones del término competitividad.

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