Y llegó
el gran día. Hoy Paula cumple 5 años ¡Casi nada! De cómo se desarrollen las
celebraciones - sí, en plural porque, como en años anteriores, tenemos por
delante varios días de festejos- ya hablaremos la próxima semana porque ahora,
lo que toca, es comentar los días previos.
En primer lugar el aspecto meteorológico. Nosotros, que
somos padres modernos, hemos decidido que la celebración tenga lugar en la
urbanización en la que vivimos. Nada tiene que ver en esto el encaje de
bolillos económico-familiar, porque aunque es verdad que la recuperación de la
que algunos presumen y casi nadie ve no nos ha tocado ni de refilón, si lo
hubiera hecho tampoco optaríamos por esos centros de bolas a 10 euros por
cabeza. Esto dice la madre de Paula que de las cuentas familiares sabe más que
el mismísimo Montoro.
Parece, tras observar detenidamente los espacios
específicos de las diferentes cadenas de televisión, las aplicaciones de los
teléfonos móviles y la costumbre del lugar, que finalmente como de una gran
corrida de toros se tratara, el tiempo acompañará. He de decir que en nuestra
casa, hogar de periodistas recauchutados en otras cosas, los informativos son sagrados. Sin embargo, estos días (semana y media atrás), las ansias
electo-soberanistas de algunos catalanes, las herencias de ex honorables
presidentes, la ausencia de mi paisano Rajoy (aunque esto no es noticia), las
tarjetas mágicas de Bankia (quien pillara una) o los instantes de toilette de
Jordan-Cristiano (La Sexta en esto es espectacular) se han quedado en un cuarto
plano de interés.
El tiempo
ha ganado en audiencia a todo. Los días que daban lluvia, las maldiciones se
oían a muchos kilómetros. Cuando el líquido elemento se transformaba en sol,
entonces nos embargaba una alegría tremenda.
Otro elemento a tener en cuenta estas jornadas previas han
sido los nervios de Paula. Mi hija ha llegado a decir "odio el dia en que
nací"; "pero por qué dices eso", "porque tarda mucho en
llegar mi cumpleaños". Explícale tú a una niña en el ocaso de los cuatro
años que todo el mundo tiene que esperar el mismo tiempo para su cumpleaños. A
esto habría que añadir la tensión familiar derivada de lo anterior, que se
traslada a los padres (que aunque seamos modernos, tenemos corazoncito).
En las fotos aparece la marca de aprovisionamiento. No es por hacer publicidad... aunque estamos dispuestos a hablarlo. |
Y por fin llegamos a la preparación de la fiesta. Una
semana y pico antes. La intendencia se ha desmadrado un poco a pesar de que
"no podemos caer en lo del año pasado, que sobraron muchas cosas". Es
igual, al final repetiremos los errores o no dicen aquello de que 'el ser
humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra', o algo
así. Pues eso.
Es un cumpleaños celebrado, eso sí, en
varias fases: Amigos del cole, familia, vecinos/amiguitos y dejamos abierta una
cuarta opción relacionada con el festejo reservado a los amigos de los
progenitores. Vamos, como un casamiento gitano.
Creo que ya lo comenté el año pasado pero lo vuelvo a
repetir, a ver si en algún momento lo hago de verdad. El próximo, con el trajín
que sabemos que conlleva, voy a abogar por una celebración conjunta. De esta
manera, nos reunimos casi 50 personas (¡y no exagero!) y es perfecta la
implantación de una lista de aniversario en El Corte Inglés, al estilo de las
listas de bodas.
Patatillas, panchitos, globos, sándwiches, medias lunas
(caseras), tarta (casera), bolsas de chuches individuales (preparadas en casa
que salen mucho más baratas que las compradas ya hechas) y bebida de marca
blanca (que no es casera pero por el precio como si lo fuera).
Y todo esto en un momento de crisis como el actual. De los
regalos no hablo porque, quizás por aquello de que somos modernos, hasta hemos
comprado un disfraz de Frozen (sí, los que tienen hijos ya saben de quien
hablo) por Internet. En China los hacen de maravilla (y a un precio
sorprendente). Lo único es que llegará en unos días. Es lo que tiene la
modernidad (y la crisis).
Para esta tarde, para la fiesta con los compañeros de clase
están invitados 18 niños. Menos mal que a su aula todavía no ha llegado la masificación
estudiantil vía ley Wert ¿Imaginas 38/40 niños de una tacada? No quiero ni pensarlo.
Paula ha
pedido que su madre y yo hagamos un taller de pintacaras, pintauñas, juegos...
Es decir que nos lo vamos a pasar en grande.
Bueno, ahora os dejo que toca empezar a preparar las cosas y
hacer un curso acelerado de pintacaras y solo quedan siete horas y media para
que lleguen los primeros invitados.
Por cierto ¡Muchas felicidades pequeña!
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